Pausa de hidratación
9 de Octubre de 2025Con las pilas ya cargadas para el curso que hemos comenzado, reflexionamos junto a Pablo Domínguez Elías, director de Cáritas Vicaría III
Hace unos años se estableció que, en los partidos de fútbol que se juegan en las tardes calurosas, se interrumpa unos minutos el partido para que los jugadores beban agua y recuperen líquidos. En estos días, cuando aún perdura el calos, en los que cada semana llega más cargada de urgencias que la anterior, siento que en Cáritas Madrid sería muy sano parar para hidratarnos, revisar la ruta, tomar un buen sorbo de Espíritu y reanudar la marcha.
Para mí, al menos, el tiempo vacacional transcurrió muy rápido, y a pesar de una razonable y saludable desconexión de muchas realidades, no llegué a dejar de pensar en las personas que, también en verano, están desesperadas y desesperanzadas por la escasez o carencia de casi todo.
Estos meses atrás, en la Vicaría III hemos intentado complementar mejor la menor presencia de personas voluntarias en las Cáritas parroquiales, con un servicio de acogida centralizado. Gracias a la extraordinaria labor de un grupo de voluntarios disponibles, y de los técnicos que se han ido turnando, desde Atocha y también desde el CIM (Centro Interarciprestal de Moratalaz) hemos seguido atendiendo a un buen número de personas, acogiendo, acompañando y gestionando ayudas.
Ahora, recuperada la actividad parroquial, ya se está atendiendo desde las acogidas de la forma habitual. Empieza un nuevo ciclo para todo, también en la actividad de Cáritas. Y yo reconozco que, igual que para otras cosas, corro el riesgo de que mi acción caritativa se convierta en una rutina cíclica más. Por eso, quizá es el mejor momento de todo el año para aprovechar una ‘pausa de hidratación’, volver a pensar qué estoy haciendo aquí, por qué elijo dedicar algún rato a los demás y cómo puedo renovar y reforzar este ejercicio de amor, con más convicción y mejor sentido.
La Caridad es una de las tres virtudes teologales, según aprendimos en el catecismo, infundidas por Dios como medio para alcanzar su gracia. Nos permite amar a Dios por sí mismo y a los demás por amor a Dios. Y es, de las tres virtudes, sin duda la que más nos implica y nos une con la realidad del mundo. Vivimos en una sociedad con mucha gente de espaldas a la Fe, y con grandes dosis de falta de Esperanza. Para ambas cosas, Esperanza y Fe, nuestro testimonio y nuestra oración son excelentes modos de crecer, pero para la Caridad es que no hay otra que tocar heridas y olvidarse de uno mismo.
Esa misión caritativa se parece a la de muchas otras valiosas personas que se dedican desinteresadamente a ayudar a quien lo necesita, pero además los que tenemos fe creemos que actuamos como instrumentos de Dios, y es el rostro de Jesús el que deben ver quienes se acercan a nosotros. Y es el rostro de Jesús el que yo debo reconocer en mí amando a los demás. Todos podemos, como seres humanos amorosos, conmovernos con el prójimo, y eso ya nos aproxima de alguna manera a la santidad, pero además yo (y muchos en esta entidad) tengo la gran fortuna de contar con que es Cristo quien me sostiene y me alienta para acercarme al hermano menos favorecido.
Conseguir que quien me pide ayuda pueda salir de la pobreza es una tarea grande, que más veces de las que nos gustaría queda inacabada. Además, conseguir que nadie que se me acerque se quede sin la oportunidad de conocer a Dios ya es para nota, y honestamente, tengo mucho recorrido de mejora. Pero es la misión para la que he sido llamado, a la vez que aliento, aplaudo y admiro a quienes colaboran en Cáritas sin haber sentido esa llamada. En nuestro último Día de Caridad, subrayábamos que los “gestos sencillos” hacen crecer la esperanza. Y cuando los grandes retos sociales y humanitarios nos desbordan, ese pensamiento nos recoloca en el lado del amor.
Este año, nos vamos a empeñar, como siempre, con gestos sencillos, en acoger y acompañar mejor a los que encontramos en el camino. Con gestos sencillos trataremos de dar a conocer en nuestras comunidades parroquiales la identidad de Cáritas. Con gestos sencillos celebraremos la vida y la gracia de estar unidos bajo el calor del Espíritu. Con gestos sencillos nos alinearemos con la justicia además de con la Paz. Con gestos sencillos haremos espacio para todos, y en el mismo plano. Con gestos sencillos pediremos a Dios que refuerce nuestra Fe y nos ayude a mantener la lámpara encendida, también cuando parezca que gana terreno el desánimo.
Si algo he aprendido en mi andadura en Cáritas, es que la Caridad es una virtud que se experimenta con pasión. De alguna manera impregna, invade y conquista.
Aunque sea con gestos sencillos nos carga de alegría. Aunque tarde en dar frutos o los dé a medias, proporciona un sentido pleno a nuestro paso por este mundo. Pero para eso sí es necesario perseverar, y apuntalar bien el compromiso. Es lo que decimos a los voluntarios que empiezan. Esto vale la pena y te hace más feliz, pero empieza por comprometerte en el servicio, aunque sea desde una pequeña dedicación.
En esta etapa que volvemos a empezar, queremos dejarnos empapar por el mensaje de Jesús, para que transforme de nuevo nuestra forma de hacerlo todo. Nuestra forma de mirar, de esperar, de entender al otro, de acoger, de pensar, de perdonar, de escuchar, de comprometernos, de creer, de hablar de Dios. Con ese deseo, y sabiéndonos acompañados por el Espíritu en el recorrido de este curso, que el Señor consolide nuestra Fe, refuerce nuestra Esperanza, y que nos continúe “invadiendo” la Caridad.
Un trago más para hidratarnos de Espíritu y seguimos.