Navidad es estar cerca
10 de Diciembre de 2024Por María Calderón
Pero ¿qué pasa cuando no lo estás? Cuando una frontera, un mar, un océano, cuando miles de kilómetros te separan de poder tocar y abrazar a las personas a las que quieres.
Seguramente estarás pensando que ahora, en estos tiempos, con todo lo que ha avanzado la tecnología, con el teléfono y las videollamadas, estamos más conectados que nunca y es cierto, no te lo voy a negar, pero a veces, la mayoría de las veces, y más en estos momentos, no es suficiente.
En esos días, en esas fechas de encuentro, de nostalgia, necesitamos volver a notar ese calor que desprende esa mano que tantas veces nos ha sujetado o a las que tantas veces hemos sujetado nosotros; volver a acariciar ese rostro envejecido por los años o ese rostro lleno de inocencia al que tuvimos que dejar siendo bebé y que poco a poco va volviéndose niño; volver a ver reír con esa carcajada y risa contagiosa; volver a secar esas lágrimas, consolar con tus silencios y acercar un pañuelo; volver a escuchar esa historia tantas veces contada, volver a oler esa comida típica mientras se prepara lentamente en el fuego; volver a apoyar tu cabeza sobre ese hombro, volver a abrazar y refugiarte, durante unos segundos, en esos brazos que te reconfortan y parecen decirte: “Estoy aquí”.
Sentir, acariciar, reír, consolar, escuchar, oler, sostener, abrazar…
Este año 281 millones de personas migrantes [i] pasarán sus navidades lejos de sus países, de sus casas, de sus familias, de sus seres queridos.
Migrar es un proceso duro, complejo. Migrar es un viaje que empieza mucho antes del momento de salir y termina mucho después de llegar a tu destino. Migrar es decir adiós, porque, aunque a veces se pronuncie en voz alta y con un nudo en la garganta un “hasta pronto”, se sabe que es posible que ese hasta pronto tarde muchos años en llegar o quizá, no llegue nunca. Migrar es enfrentarte a muchos desafíos físicos y emocionales, es atravesar mares en frágiles barcos, fronteras escondidos en camiones, desiertos a pie… Migrar es sentir miedo, es hacer duelos. Migrar es incertidumbre, sentirse solo en muchos momentos. Migrar es, como hicieron María y José, ponerte en camino huyendo o buscando algo mejor. Es guardar parte de tu vida en una pequeña maleta y mucha otra parte en tu corazón. Migrar es acordarte todos los días de los que se quedaron ahí y de los que perdiste en el camino. Es vivir un poquito aquí y un poquito allí.
En estas fechas en las que la Navidad es estar cerca miremos, entendamos, sintamos, abracemos a esas personas que estos días no pueden estar cerca de las personas que quieren. Mirémoslas con el cariño y la admiración que merecen, entendámoslas desde sus anhelos y deseos, sintámoslas de una manera profunda que conmueva y abracémoslas con brazos que reconforten y que parezca decirles: “Estoy aquí”.
[i] Según datos de la OIM del 2020