Frente al ‘ayuno’ de ilusiones, un banquete de amor y tolerancia nos acerca

9 de Mayo de 2024

En Cáritas Diocesana de Madrid abrimos la puerta. Compartimos la mesa. Y hacemos juntos y juntas un camino, a veces más corto, a veces más largo. Unas veces el camino está empedrado y hay que saltar obstáculos, y otras, es como pasear sobre la hierba.

Se trata de comprender que en aún en tiempos de prejuicios‘ayuno’ de ilusiones, hay un banquete de amor, tolerancia y respecto que alimenta nuestra alma y nos acerca como hermanos y hermanas.

En este banquete vamos de la mano. Quienes llaman a la puerta buscando esperanza y quienes abren sus brazos para brindarla. No importa de donde vengan, qué edades tengan, dónde estuvieron o con quién, con qué cuentan o no, por dónde se ha desdibujado su pasado.  Aquí se comparte junto a las personas que nos necesitan, en cada momento, para recobrar fuerzas, dignidad e ilusiones sin olvidar lo que fueron, porque lo siguen siendo.

Por eso en los proyectos, ya sea de jóvenes, residenciales, para familias o mayores, pisos compartidos o de empleo no es raro encontrarse con personas de diferente tez, con diferente nivel educativo, matrimonios o familias monoparentales, creencias o idiomas diferentes. Es la multiculturalidad dentro de la multisolidaridad.

Un ejemplo concreto donde se recoge y entrega a partes iguales ha tenido lugar en “Nazaria baja a la calle”, donde un grupo de jóvenes convive con dos hermanas de la congregación Misioneras Cruzadas de la Iglesia.  Han celebrado hace unas semanas el EID al-FItr - del fin del Ramadán-, traducido como "fiesta de romper el ayuno". Entre las jóvenes y las Hermanas de la casa elaboraron platos típicos de Marruecos, porque sus creencias no están reñidas con aceptar a la otra persona con todo lo que es y la define y amar un poco de lo que ella ama.

Fue una velada, nos cuentan, “alegre y familiar”, donde las jóvenes se han acercado a otra cultura y tradición, “aprendiendo de la riqueza de una sociedad que se sustenta en la convivencia y en la interculturalidad”.

A la mesa donde se rompía el ayuno, había un Fe grande que las unía, en el Dios de cada una de ellas, en ellas mismas, en el agradecimiento del pan compartido, en la posibilidad de que el futuro les depara nuevas esperanzas

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