"Los que nos iban a venir a buscar al aeropuerto no aparecieron”. Mucho que ver y oír sobre migración...

31 de Mayo de 2023

Al desamparo le sucede, a veces, la generosidad sin límites:

"Las personas que tenían que recogerme en el aeropuerto no vinieron. Me acordé de una española de la que soy amiga por Facebook. La contacté y me alojó en su casa”.

Una mañana de jueves, cerca del  Pozo del Tío Raimundo, en la parroquia de San Raimundo de Peñafort. En esta zona de Madrid la mayor parte de las que personas que habitan el barrio nacieron fuera, en Jaén, La Mancha, Perú, Venezuela… madrileños, los justos.
Vamos a trabajar acerca de la situación de empleo con un grupo de mujeres latinoamericanas que, acompañadas, por la Hijas de San José, se reúnen dos veces en semana en esta parroquia. Queremos hablar de talentos. De los talentos, de los que cada una de estas mujeres tiene. De los talentos que el proceso migratorio se ha encargado de ocultar o frenar su desarrollo.
Esta es la idea con la que acudimos. Pero la dinámica que llevamos preparada se desborda. Los ojos se empañan, se ponen rojos, brotan lágrimas cuando relatan los diversos motivos por los que decidieron dejar atrás, raíces, patria, familia…, y venir a España:

  • “Nosotros en Paraguay estábamos relativamente bien, pero un problema de salud del esposo y un futuro para el hijo nos hicieron venir. Lo vendimos todo. Los que nos iban a venir a buscar al aeropuerto no aparecieron”.
  • “Lo que en Colombia es lo normal, aquí se llama violencia de género”.
  • Los ojos se empañan cuando los hijos y las hijas se hacer presentes en la reunión. “Me duele no tener a mis hijos. Pero igual yo tengo que seguir adelante”. “Mami, yo me quedo con mi papá, y cuando puedas me llevas contigo”. “Ha sido muy difícil para mi hija”.
  • Las lágrimas siguen cuando se recuerdan los gestos de solidaridad recibidos de anónimos samaritanos. “Las personas que tenían que recogerme en el aeropuerto no vinieron. Me acordé de una española de la que soy amiga por Facebook. La contacté y me alojó en su casa”. “Una señora me alojó en su casa”.
  • Pero las lágrimas se tornan en rabia cuando se trata de hablar de obtener una cita de asilo. “Estamos todos los días queriendo sacar esa cita de asilo”. “Yo le pongo un auricular al audífono y marco y marco y marco, aunque esté en clase. Le pedí permiso a la profesora que me dijo que sí”.

Las palabras han abierto las puertas del corazón y han brotado estas emociones, vivencias, que nos dejan u saber agridulce. La reunión se alarga. Entre gestos insolidarios y gestos de enorme solidaridad, surge el empleo como meta, como objetivo vital, como llave de una vida mejor. Pero una realidad que subyace la dificultad para lograr un empleo decente, donde traba sobre traba se superponen, como ser migrante, no tener papeles, residencia… 

Va a acabar la reunión. Ahora, después de un espacio de encuentro, desahogo y comprensión, las lágrimas han dado paso a las sonrisas. Nacen las miradas cómplices y la esperanza cuando se menciona a otras mujeres que pasaron por el grupo y ya tienen trabajo. El grupo se apoya sobre ellas, sobre sus solidaridades. Y sobre el acompañamiento de dos figuras que, de manera sencilla, guían el grupo: Maribel y Guadalupe, Hijas de San José, a quién hemos de agradecer este encuentro, a ratos alegre a ratos lleno de nudos en la garganta.
 

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