Llamados a acoger con palabras, gestos y obras: Carta Pastoral 2022-23
28 de Septiembre de 2022“Se trata de que todos entremos con palabras, obras y gestos en la vida de quienes tenemos que evangelizar”, así nos invita nuestro arzobispo Carlos Osoro en la Carta Pastoral 2022-2023, donde marca las líneas de actuación, como comunidad cristiana, para este curso que acabamos de comenzar.
En esta ocasión, don Carlos Osoro alude a la parábola del Hijo Pródigo – o padre misericordioso, como él prefiere enfocarlo-, para hablarnos de la capacidad y la necesidad de acoger, de evangelizar con obras de Amor a quienes se hayan marchado, a quienes nunca han entrado o a quienes están.
Marca, por tanto, esta Carta pastoral un objetivo que tenemos como Iglesia, y Cáritas Diocesana de Madrid en concreto como obra social de la Iglesia: el de evangelizar, el de hacernos presentes “achicando distancias para tocar la carne sufriente del mismo Cristo entre las gentes que nos rodean”. Así se anuncia en el título de la carta pastoral “A la misión: retornar a la alegría del Evangelio”.
Bajo este título se desarrollan varios epígrafes, a lo largo de los cuales el cardenal nos hace reflexionar sobre cómo vive cada uno de nosotros su vida, y de qué manera acompaña a quienes, por diferentes circunstancias, se han distanciado de la Iglesia y de Dios. Y nos invita a sumarnos como discípulos de Jesús, a evangelizar con nuestras palabras y acciones y a acoger como el padre misericordioso, sin “dejar a nadie de lado”.
Porque, como concluye en su Carta, “El Señor, que busca a todos, quiere que todos sientan el calor de su misericordia y de su amor”.
1.- Conscientes de que hoy hay hijos pródigos: la Santa Madre Iglesia y sus hijos, ¿vivimos como hijos pródigos?
Así nos hace el cardenal un llamamiento explícito desde el comienzo de la carta, para ir en busca de los ‘hijos pródigos’:
- Quiero que salgamos al encuentro de todos los cristianos: los que sois conscientes de la riqueza que invade vuestra vida y los que, por circunstancias diversas, os habéis desanimado y vivís lejos de tener una experiencia viva y fuerte del Señor
2.- Me quiero ir de tu casa: «Padre, dame la parte que me toca de la fortuna»
En este epígrafe hace referencia a las muchas situaciones por las que una persona o nunca se ha acercado a la Iglesia, o en un momento dado se ha alejado. Han tenido la libertad de buscar su verdad, su ‘fortuna’, en otros espacios y puede que no la hayan encontrado. Por eso debemos también plantearnos:
- En nuestra Iglesia diocesana tenemos todos estos perfiles de personas. Desde la actitud misionera que ha de tener la Iglesia, es bueno que nos hagamos estas preguntas: ¿cómo estar al lado de ellos?, ¿cómo buscarlos?, ¿cómo volver a entusiasmarlos?, ¿cómo hacerles ver los vacíos fundamentales que aparecen en sus vidas?
3.- Malgastando la herencia: el hijo menor «se marchó a un país lejano y derrochó la fortuna viviendo perdidamente»
Nos dice en su carta don Carlos:
- Como en la parábola, muchos acaban en la infelicidad más absoluta incluso a edades muy tempranas.
Y nuestra respuesta como comunidad cristiana debe ser “apuntar en la dirección correcta, ofertar la verdad del Evangelio, acompañar, seguir esperando con infinita paciencia y acoger en los que vienen de vuelta —serán cada vez más— sus palabras de reconocimiento”.
4.- Viviendo en la necesidad: «Cuando lo gastó todo, vino por aquella tierra un hambre terrible y empezó a pasar necesidad»
Antes las necesidades existentes, y las que se prevén que vengan, debemos, nos dice nuestro cardenal, “empeñarnos” en nuestra acción misionera, para que nadie quede fuera:
- Como el hijo pródigo, hoy muchas personas pasan hambre y experimentan necesidad. Sin duda, debemos empeñarnos en lograr un mundo más justo y fraterno donde nadie pase penurias ni tenga que soportar la guerra, ni tenga que desplazarse miles de kilómetros jugándose la vida para sobrevivir a la falta de oportunidades o el cambio climático. Las previsiones de futuro no son halagüeñas.
5.- Separado de Dios: «Se contrató con uno de los ciudadanos de aquel país que lo mandó a apacentar cerdos. Deseaba saciarse de las algarrobas que comían los cerdos, pero nadie le daba nada»
En este pasaje nos hace ver que a veces el hombre busca la felicidad en cosas hechas “a la medida del hombre” no de Dios, y erramos, pero también podemos encontrar el camino de vuelta:
En estas ofertas de felicidad fugaz y pasajera no hay sabiduría liberadora, ni capacidad para llenar la vida, no colman verdaderamente lo que anhela nuestro corazón. (…) Sin embargo, como tantas veces nos ocurre a nosotros, el tocar fondo le hizo entrar en lo más profundo de su corazón, ahí donde susurra Dios, para acabar decidiendo el regreso a la casa paterna.
6.- Recapacitar y tomar conciencia de quién soy: «Me levantaré, me pondré en camino adonde está mi padre»
Así regresa el hijo pródigo, que es acogido por el padre de una manera “incomprensible” pero hermosa, y ese es el ejemplo que el cardenal nos anima a seguir:
- Somos más capaces de dar que de cuidar. Pero en el feliz encuentro entre el padre y el hijo descubrimos que ningún pecado es más grande que la misericordia de Dios. (…) Este ha de ser nuestro modo de vivir: regalar el amor incondicional del padre a todas las personas y en todas las situaciones que vivan.
7.- Reconocerse pecador: «No merezco llamarme hijo tuyo»
Nos dice aquí don Carlos que todos tenemos necesidad de experimentar el perdón de Dios, así como la comunidad cristina tiene la misión de regalar lo que nos ha dado el Señor:
- Estemos atentos y pongamos todos los medios para que el regreso sea sanador y reconciliador y promueva una vida llena de la misma esperanza y con el mismo amor misericordioso que hemos recibido incondicionalmente.
8.- Epílogo festivo: el padre recupera a los dos hijos
La Carta pastoral cierra con esta conclusión, o un feliz final, donde el padre recupera a sus dos hijos, y ambos hijos se aceptan a su vez sin rencor, como debemos aceptarnos cada uno de nosotros en nuestras diferentes situaciones personales y vitales:
- El padre misericordioso nunca fomentó la competencia ni la rivalidad: igual que repartió entre los dos la herencia, quiere sentarlos ahora en el mismo banquete. Esa fiesta expresa la vida nueva en Cristo a la que somos convocados todos con independencia de nuestra ubicación personal.
Concluye la carta con una propuesta de trabajo a todas las comunidades parroquiales, que se basa en estos 8 puntos:
1. Promover la acogida y la escucha, fomentar el espíritu comunitario, evolucionar con el tiempo, salir a las periferias y tender puentes, discernir y vivir en coherencia con el Evangelio, potenciar la vida espiritual mediante la oración, la vida sacramental y el encuentro personal con Dios, y cultivar la opción preferencial por los pobres y la justicia.
2. Estamos en una nueva época que exige un renovado esfuerzo por llevar a cabo una nueva salida misionera.
3. No son idóneos para ejecutar esta propuesta quienes desde el primer momento dicen que esto es una utopía.
4. Pensemos entre todos para hacerlo posible: mayores, jóvenes y niños. Siempre se puede anunciar el Evangelio.
5. Este plan misionero ha de ser realista y significativo, que todos los miembros activos de la comunidad se involucren.
6. Todas las delegaciones episcopales y organismos diocesanos han de ponerse al servicio de este plan misionero.
7. Todas las vicarías, tanto las territoriales como las sectoriales, han de involucrarse y promover este plan misionero, acompañando, alentando y haciéndolo fructificar en su ámbito.
8. A cada parroquia, a cada obra eclesial educativa, de caridad, de promoción, en los diversos niveles u otras, la invito a que, a partir de esta carta pastoral, elabore un plan de acción misionera.