La Navidad revela la misericordia que vence la indiferencia
Cáritas Madrid 24 de Diciembre de 2015Carta semanal del arzobispo de Madrid donde nos invita esta Navidad a «entrar por el mismo camino de Dios, que es el de la humildad» y recuerda que el Amor de Dios «abraza a todos y es capaz de vencer cualquier situación de indiferencia hacia personas, grupos e ideas»
Carta semanal del arzobispo de Madrid donde nos invita esta Navidad a «entrar por el mismo camino de Dios, que es el de la humildad» y recuerda que el Amor de Dios «abraza a todos y es capaz de vencer cualquier situación de indiferencia hacia personas, grupos e ideas».
Cáritas Madrid. 24 de diciembre de 2015.- ¡Qué fuerza y belleza tiene la celebración de la Navidad! La entrada de Dios en la historia de los hombres nos presenta un nuevo camino para estar en esta tierra y para hacerla habitable para todos. La Navidad revela la misericordia que vence la indiferencia. Este es el progreso que aportamos los discípulos de Cristo. ¿Qué significado tiene para un cristiano la palabra progresar? Ciertamente no es lo que, en muchos momentos, pensamos nosotros o nos hacen pensar otros. Para un discípulo del Señor, el progreso hay que entenderlo contemplando lo que sucede en Belén de Judá cuando Dios se hace Hombre para regalarnos su vida y entregarnos su salvación. Mirando donde tiene lugar el nacimiento de Jesús, progreso significa abajarse para avanzar, entrar por el mismo camino de Dios, que es el de la humildad, donde lo que se resalta y aparece a primera vista es el «amor mismo de Dios». Un amor a todos, para todos y de todos. Es Dios que se hace Hombre para acercarse a todos los hombres. Es ese camino del amor que va en una dirección no acostumbrada: cuanto más subes, más disminuyes; cuando más amas, más pequeño te haces. El Maestro de este camino es Jesucristo, que «siendo Dios no tuvo a menos hacerse Hombre y pasar por uno de tantos».
Es el camino que recorren María y José para hacer presente en este mundo a quien es el verdadero progreso y avance. María dice un «sí» que manifiesta una confianza absoluta en Dios; aunque no entienda, se deja guiar por la voluntad de Dios. José se baja y cree en Dios, y acepta llevar sobre sí la gran responsabilidad de su esposa a la espera del Salvador. Impulsados por el amor a Dios y a los hombres, los dos hacen posible que se revele a todos los hombres el camino del verdadero progreso, que es el camino que encontramos en la cueva de Belén, camino de humildad donde se resalta y alumbra con toda su fuerza el Amor de Dios. Un amor a todos los hombres, que viene para todos, que quiere hacer el regalo de su vida a todos sin excepción. Y lo realiza mostrando y resaltando que su amor tiene una connotación: es la misericordia. Abraza a todos y es capaz de vencer cualquier situación de indiferencia hacia personas, grupos e ideas; nunca entrega descartes, vino para encontrarse con todos los hombres y lo quiere seguir realizando a través de su Pueblo. ¡Qué camino más maravilloso! Tomar el camino del abajamiento, de la humildad, es hacer posible que toda la caridad de Dios, su amor misericordioso, esté en el camino de los hombres, en todos los caminos de los hombres.
1. A Jesús: por Él, el eterno Dios ha descendido en el hoy efímero del mundo, arrastrando nuestro hoy pasajero al hoy perenne de Dios. ¡Qué maravilla, Dios es tan grande que puede hacerse pequeño! ¡Dios es tan poderoso que puede renunciar a su esplendor divino y puede descender al establo para que podamos encontrar su bondad que nos toca, su sabiduría que nos comunica belleza, su grandeza en nosotros! Dios a nuestro lado, Dios de nuestra parte, Dios con todos los hombres.
2. A María: que nos enseña a acoger siempre a Dios. Ella nos enseña a decir «sí» a Dios, nos regala su «hágase en mí según tu palabra». Ella es portadora de alegría y esperanza para los hombres, acogiendo a Dios en su corazón, convencida de que la luz de Cristo es la que disipa las tinieblas y las oscuridades en este mundo.
3. A José: es el hombre que, en una adhesión absoluta a Dios, con una fe inquebrantable, deseando vivir desde las razones de Dios, sabe que cuidar la presencia de Dios entre los hombres nos permite amar de verdad. Él sabía que el misterio del Amor nos saca de la pobreza y nos hace entrar en la riqueza que Dios da; abrió la puerta de su corazón para servir la entrada y la presencia de Dios entre los hombres.
¡Feliz Navidad! Con gran afecto, os bendice:
+ Carlos, arzobispo de Madrid