La injusticia y la discriminación rompen la comunidad humana
Cáritas Madrid 16 de Febrero de 2017Los voluntarios de 4 arciprestazgos de Cáritas Vicaría II trabajan los prejuicios en la Escuela de Vida
Los voluntarios de 4 arciprestazgos de Cáritas Vicaría II trabajan los prejuicios en la Escuela de Vida.
Cáritas Madrid. 16 de febrero de 2017.-El voluntariado es ante todo interacción, relación social entre personas. Es apoyo y complicidad en levantarse desde el doblegamiento causado por la desesperanza. Y eso va generando confianza y vínculos entre las personas. Y así se construye esa alegría colectiva que es la Comunidad (humana, territorial, familiar, cristiana, laboral...), que da vida en abundancia porque genera autonomía significativa en cada persona. Pero la Comunidad se puede romper cuando aparecen los juicios de valor, las negatividades que separan y generan muros exteriores y alambradas defensivas en nuestros corazones. Esto nos afecta en nuestros roles de vecinos, familiares, feligreses, voluntarios...
Por ello, 56 voluntarios de los arciprestazgos de San Blas, la Blanca, la Encarnación y Pueblo Nuevo de Cáritas Vicaría II han estado compartiendo y dejando aflorar en la Escuela de Vida, los ladrillos que cada uno ponemos para generar muros desde nuestros miedos y susceptibilidades. Ladrillos de indiferencia, injusticia, inseguridades,miedos a la falta de salud, de no poder valernos por nosotros mismos el día de mañana, miedo al fracaso en nuestra acción voluntaria, a no conseguir objetivos.
Estos miedos nos paralizan y quiebran la esperanza, generando conflictos e injusticia.Esto nos va enredando en una dinámica relacional deshumanizante y perversa en el tú a tú, que como dice Einstein: "Es más fácil desintegrar un átomo que desintegrar un prejuicio"
Los voluntarios también estuvieron trabajando en los locales de la parroquia Concepción de Pueblo Nuevo, las creencias que nos vamos generando, pues éstas son una fuerza muy poderosa dentro de nuestra conducta. En muchos casos son subsconscientes, afectan a la percepción que tenemos. Son generalizaciones que hacemos sobre la vida, las personas. Los estereotipos, que son constructos sociales, que parecen neutros, que no solo nombran sino que construyen realidades. No existe tal neutralidad, ya que afectan a la convivencia, al encuentro y al reconocimiento social y personal. Afectan a la integración. Y finalmente, los prejuicios, que son esos juicios previos acerca de algo que se conoce mal o de forma insuficiente. A la alrga, todo este proceso produce discriminación y rompe la Comunidad. Entre los prejuicios que trabajamos fueron el sexismo, el racismo, el etnocentrismo (creer que lo nuestro, nuestra cultura, nuestros estilos de vida, son los mejores), y el egocentrismo, que produce una exaltación del yo individual y aislado.
Todo esto fue acompañado por Begoña, responsable del voluntariado de San Vicente de Paúl, que condujo muy bien las dinámicas y las conclusiones que se sacaron fruto de la reflexión experiencial compartida. Todo ello, para hacer fluir la fraternidad y fortalecer los lazos comunitarios, respetando los ritmos del otro, escuchando y conociendo las auténticas necesidades y no las que nosotros ya preestablecemos mentalmente. Cada persona es única y por eso merece ser respetada. Lo más bello de la persona es que no es perfecta. Y lo atractivo del voluntariado es acompañar esa imperfección y ver crecer a las personas. Compartamos plenitudes. Extendamos la Caridad, y así vigorizaremos la Comunidad en sus ditintas categorías. Terminamos nuestra Escuela tal y como la empezamos: haciendo oración con entrañas de misericordia hacia todo lo humano.