La Iglesia como promotora del cambio. Un faro de esperanza y compromiso social

Pilar Algarate 13 de Junio de 2024

En un acto que promete ser el primero de muchos, el arzobispado de Madrid fue testigo este miércoles de la presentación de la Plataforma Interdiocesana de Migraciones de Madrid. Un encuentro organizado por las delegaciones de Migraciones de las tres diócesis de la Provincia Eclesiástica de Madrid, que giró en torno al tema: ‘Una Iglesia acogedora. Por la plena ciudadanía de las personas migrantes. Reflexión y experiencia compartida’.

El encuentro fue organizado por las delegaciones de Migraciones de las tres diócesis de la Provincia Eclesiástica de Madrid, que ha girado en torno al tema: ‘Una Iglesia acogedora. Por la plena ciudadanía de las personas migrantes. Reflexión y experiencia compartida’.

Este encuentro es el fruto de una serie de reuniones previas entre las tres delegaciones, donde se comparte y reflexiona sobre la realidad migratoria y los desafíos que enfrenta cada diócesis, así como las respuestas que se están brindando.

Una Iglesia que no solo abre sus puertas, sino que también ofrece su corazón

José Luis Segovia, vicario episcopal para el Desarrollo Humano y la Innovación, abrió el encuentro con una reflexión sobre las migraciones, enfatizando que el centro de todas las acciones son las personas migrantes, quienes requieren de nuestro acompañamiento, cercanía y apoyo. Segovia destacó el encuentro como un “pequeño hito” y el comienzo de algo muy prometedor, subrayando el compromiso de las Iglesias locales con la causa migratoria y la necesidad de estar “en el lado de las personas”.

El Vicario comenzó la reflexión recogiendo la idea de E. Bloch, evocando a una “esperanza enlutada”, una esperanza que, aunque incierta y frágil, está arraigada en el sufrimiento y el dolor, pero que se mantiene firme en solidaridad con las injusticias y el dolor que enfrentan los migrantes.

Segovia hizo un llamado a la acción, destacando la importancia de escuchar y amplificar la voz de las personas migrantes, apostando por sus derechos y trabajando de manera más transversal, con ellos y no solo para ellos. Sin olvidarnos de trabajar la mirada espiritual.

Antes de terminar, José Luis recordó que es esencial tener en cuenta dos conceptos vitales aportados por el papa Francisco. El primero es la amistad con las personas vulnerables, que es bidireccional y se basa en la reciprocidad del afecto; no solo se trata de querer, sino también de dejarse querer. Esta amistad trasciende la mera asistencia para convertirse en un intercambio humano enriquecedor.

El segundo concepto es el reconocimiento de los pobres y las personas excluidas como protagonistas de su propia vida y futuro. Lejos de ser meros destinatarios de la caridad, son ellos quienes deben liderar su camino hacia la integración y el desarrollo personal. Este enfoque empodera a las personas migrantes, permitiéndoles ser “actores” de su historia y no solo espectadores.

Estos conceptos reflejan la visión de una Iglesia que no solo abre sus puertas, sino que también ofrece su corazón, y una sociedad que valora y respeta la dignidad y contribución de cada individuo, independientemente de su origen.

José Luis Segovia terminó con la frase: “Necesitábamos trabajadores y llegaron amigos y hermanas”, resumiendo el espíritu de fraternidad y amistad que debe prevalecer en la labor de la Iglesia.

Historias de vida y esperanza: Testimonios que encarnan la solidaridad.

Después de la presentación, la jornada dio paso a tres relatos personales que encarnaron la amistad y la solidaridad que el Papa Francisco nos insta a cultivar:

  • Carolina, una valiente mujer colombiana, nos llevó a través de su odisea de cinco años para forjar un nuevo comienzo en España junto a sus dos hijos. Frente a los retos iniciales y anhelando un gesto de bienvenida, Carolina enfatizó la necesidad vital de tejer redes de apoyo. Estas redes son cruciales para integrarse en la nueva cultura, sentirse parte de la comunidad y encontrar un lugar en la parroquia. Su tenacidad fue finalmente recompensada con un permiso de trabajo facilitado por la Iglesia. Ahora, Carolina se dedica a fomentar espacios de encuentro y acogida, no solo en las iglesias sino en toda la sociedad, como lo demuestra su participación en el Círculo del Silencio.
  • Andrea, originaria de Paraguay, compartió su experiencia desde la perspectiva de quien ofrece acogida, brindando una sonrisa y apoyo a otros migrantes a través de su parroquia y la Mesa por la Hospitalidad. Su compromiso trasciende la ayuda inicial; su objetivo es asegurar que los migrantes se sientan parte de una comunidad más amplia y nunca solos.
  • Miriam, madre de una familia diversa y numerosa de diferentes nacionalidades, nos contó su dedicación a la acogida de familias africanas, manteniendo viva su pasión por el voluntariado y la solidaridad. Su relato es la prueba de que una familia abierta y acogedora puede enriquecerse y crecer con cada nueva inclusión.

Con iniciativas como la Plataforma Interdiocesana de Migraciones-Madrid vemos un símbolo de esperanza y unidad en el apoyo a los migrantes, reiterando el compromiso de edificar una Iglesia acogedora y promover una sociedad inclusiva.

 

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