“LA CASA” O VINO A LOS SUYOS Y LOS SUYOS NO LE RECIBIERON
23 de Diciembre de 2024Por Juan José Gómez-Escalonilla Arellano
La casa es una delicia y, como los perfumes buenos que vienen en frascos pequeños, desarrolla toda una historia en 83 minutos. Por suerte o por desgracia te resultará inevitable sentirte identificado con el relato, o porque te ha tocado pasar por la muerte de tus padres o porque tienes la certeza de que en algún momento tendrás que pasar por semejante trance.
Toda la trama se desarrolla en una casa: la casa de padre, una casa valenciana de veraneo, una casa construida para ser compartida por la familia; el padre construyó una valla, cavó un huerto, hizo una piscina, puso mimo en cada una de las cosas y detalles. Lo hizo para los suyos, pero los suyos no vinieron.
En la película el padre está muy presente, inevitablemente, en cada rincón de la casa porque los hijos, congregados alrededor de su muerte, perciben el espíritu de su padre.
Reunidos en torno a la casa a la que dejaron de ir, comienza el terrible paso de repartir las cosas, de qué se lleva cada uno, de qué hacemos con la casa y este reparto es directamente proporcional a los reproches acumulados durante años lejos de la casa y lejos del padre.
El cenit de la película llega cuando tras abrazarse, abrazos de más de siete segundos, recuerdan el día que se les preparó la casa, la piscina, la barbacoa, la fiesta y no vinieron. El padre esperaba frutos y recibió agrazones. Y ese momento funciona como catarsis para los tres porque el padre siguió y siguió preparando la casa, aunque no todos vinieran. Porque lo importante no era la casa, sino que vinieran. Sino el amor callado y silente del hombre mayor al que siempre le costó expresar sus sentimientos pero que los manifestaba con las manos. El hombre antiguo que sabía que los mejores frutos eran sus hijos.
Desde ese momento lo importante no es la casa, que pueden dejar atrás, sino la familia y el legado del padre impregnado en su piel.
Una película en la que predomina lo agridulce, genialmente tratado, con una referencia al pasado que nos constituye como personas y que es fundamental para comprender lo que somos en el presente.
El valor de la familia, el aprecio por las cosas que verdaderamente importan.
Vino a los suyos y los suyos no lo recibieron…pero a los que lo recibieron, a esos, recibirán el ciento por uno.