«La ballena» o el camino de la redención. CRÍTICA DE LA PELÍCULA «La ballena»

25 de Septiembre de 2023

Por Juan José Gómez-Escalonilla Arellano

Acostumbra Darren Aranofsky a presentarnos películas con la redención como trasfondo. Si utilizamos este término desde la etimología cristiana sería “la salvación del género humano llevado a cabo por la pasión y muerte de Jesús” y esto es lo que hace el director a lo largo de dos horas: diseccionar la vida y el sufrimiento de Charlie en su última semana. La pasión que redime.

Una vez abras la puerta de la casa de Charlie, la puerta se cerrará a tus espaldas y quedarás atrapado, no volverás a respirar el aire puro hasta el final. Te quedaras sin aliento cuando se presente ante ti la ballena, “Tenía el rostro tan desfigurado que apenas parecía un ser humano, y por su aspecto, no se veía como un hombre”.

La cámara te acompañará de atrás adelante para que la contemples en su esplendor. Uno puede pensar que va a pasar las peores dos horas del último mes, un auténtico vía crucis, pero la sutileza de la película hará que te desbordes de empatía. El guion no te suelta todos los datos ni contesta a las
preguntas que te bullen en la cabeza, lo irá haciendo poco a poco porque las personas somos así: densas y complejas. Al final verás por qué. Tu trabajo será ir quitando capas a la complejidad humana entre capas de bondad, educación, autoodio, amistad, familia, recuerdos y depresión. Esta disección empática no sería posible sin Brendan Frasier.

No es la película de un gordo, ni de la obesidad. No se trata de salir pensando en hacer dieta crudivegana. Él consigue transmitir con su mirada
tristemente expresiva, con sus gestos, con sus maneras, toda una vida rota de dolor y eso no es nada fácil. La enfermedad es el lugar sobre el que se va poniendo, sobre la mesa, la vida rota de Charlie. Una vida desgarradora y esperanzadora a la vez, es la expresión de que por muy pequeños
que seamos generamos un impacto en la existencia que, mereciéndolo o no, viéndolo o no, siempre hay alguien que nos apoya y nos
quiere. Siempre habrá una esperanza.

Déjate llevar por este viaje emocional y reconoce el tuyo. Un viaje de entrega de la propia vida, de descubrir que solo merece la pena cuando se da todo lo que se tiene. Un viaje de amor que se da, que se rechaza, que se arrebata dejándote el corazón lleno de polvo. “La ballena blanca, me da pena, es solo un animal grande y no sabe que Ahab quiere matarla. También me da pena Ahab porque piensa que matándola mejorará su vida pero solo quiere evadirse de sus propios problemas”.

La puerta se abre, la luz entra a raudales, ilumina a la ballena que se levanta imponente.

Ha llegado la hora. Mira a la luz sin miedo. Incluso sonríe.

“Eres lo mejor que he hecho en la vida”.

Solo queda un paso, solo uno y quedarás redimido… para siempre… para él

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