JUEVES SANTO, DÍA DEL AMOR FRATERNO: "Amar hasta el extremo"
Cáritas Madrid 1 de Abril de 2021Celebramos hoy el Día del Amor Fraterno, el día en el que nos sentimos todos invitados a vivir de un modo más intenso el amor que Cristo nos ha encargado hacer presente en medio de los hombres. Hoy Jesús nos invita a sentarnos a su mesa y a compartir el pan y la vida, sirviéndonos unos a otros con amor.
Lecturas del día: Libro del Éxodo (12.1-8.11-14). Sal 115,12-13.15-16bc.17-18. Primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios (11,23-26). Evangelio según san Juan (13,1-15).
Celebramos hoy el Día del Amor Fraterno, el día en el que nos sentimos todos invitados a vivir de un modo más intenso el amor que Cristo nos ha encargado hacer presente en medio de los hombres. Hoy Jesús nos invita a sentarnos a su mesa y a compartir el pan y la vida, sirviéndonos unos a otros con amor.
Esta noche, durante la cena, te invitamos a encender una vela como signo de una nueva fraternidad que quiere alumbrar esperanza al mundo.
A las 18:00 horas, dará comienzo la Santa Misa de la Cena del Señor presidida por nuestro cardenal arzobispo de Madrid, Carlos Osoro. En ella se conmemora la institución de la Eucaristía, del sacerdocio y la promulgación del Mandamiento Nuevo. Podrá seguirse en directo por La 2 de TVE.
Cáritas Madrid. 1 de abril de 2021.- Hoy es Jueves Santo, Día del Amor Fraterno, inicio de la Pasión del Señor, el gesto de la entrega suprema por amor, hecho servicio. Igual que Jesús lavó los pies a sus discípulos, nosotros también tenemos que lavarnos los pies unos a otros.
El mayor don que podemos descubrir este Jueves Santo es que Jesús con su muerte nos hace hijos y hermanos, nos capacita para mirar al otro con un amor que tiende manos a los que caen en el mar, que se enreda con los que viven en la calle o han perdido su trabajo. Un amor abierto a transformar un mundo de desesperanza e incertidumbre en un mundo lleno de luz y de vida.
La realidad que vivimos hoy en esta celebración: el Señor que quiere permanecer con nosotros en la eucaristía. Y nosotros nos convertimos siempre en sagrarios del Señor; llevamos al Señor con nosotros, hasta el punto de que Él mismo nos dice que si no comemos su cuerpo y bebemos su sangre, no entraremos en el reino de los Cielos. Este es el misterio del pan y del vino, del Señor con nosotros, en nosotros, dentro de nosotros.
Los judíos celebran la Pascua con todo el cuerpo preparado para el paso del Señor. Hagamos nosotros lo mismo con todos nuestros sentidos, escuchando la Palabra que ahora nos viene proclamada.
EN LA NOCHE DE JUEVES SANTO
Vamos a acompañar juntos a Jesús en esta noche de Jueves Santo. Aunque es de noche, esta hora es una hora de luz y queremos que Él nos ilumine. Esta es la hora del amor, prolongación del amor hasta el extremo que hemos celebrado esta tarde.
En esta noche de Jueves Santo, Jesús nos pide que oremos con él. Quiere compartir con nosotros su amor hasta el extremo, pero también hacernos partícipes de su dolor y tristeza. No es noche de muchas palabras, es más bien una noche de silencio y de adoración. Es una noche para estar cerca de quien sufre. Nos hemos sentado esta tarde a tu mesa, Señor. Hemos escuchado tus palabras, hemos contemplado tus gestos, hemos compartido tu copa y tu pan. Queremos interiorizar tu misterio, que se manifestó intensamente en la eucaristía, y que ahora continúa en Getsemaní. Queremos abrirnos también a cuantos viven en su carne el rechazo, la tristeza, la soledad y la agonía, prolongando así la hora de tu debilidad. Juntos oramos al Señor:
Cenar con los amigos, abrirles el corazón sin miedo,
lavarles los pies con mimo y respeto,
hacerse pan tierno compartido y vino nuevo bebido.
Embriagarse de Dios, e invitar a todos a hacer lo mismo.
Visitar a los enfermos, cuidar a ancianos y niños,
dar de comer a los hambrientos y de beber a los sedientos;
acoger a emigrantes y perdidos,
e invitar a todos a hacer lo mismo.
Enseñar al que no sabe, dar buen consejo al que lo necesita,
corregir al que se equivoca.
Consolar al triste, tener paciencia con las flaquezas del prójimo.
Pedir a Dios por amigos y enemigos,
e invitar a todos a hacer lo mismo.
Trabajar por la justicia, desvivirse en proyectos solidarios,
superar las limosnas.
Amar hasta el extremo, e invitar a todos a hacer lo mismo.
Ofrecer un vaso de agua, brindar una palabra de consuelo,
abrazar con todas nuestras fuerzas, denunciar leyes injustas,
salir de mi casa y círculo.
Construir una ciudad para todos, e invitar a todos a hacer lo mismo.
Un gesto solo, uno solo, desborda tu amor,
que se nos ofrece como manantial de vida.
Si nos dejamos alcanzar y lavar, todos quedamos limpios,
como niños recién bañados, para descansar en su regazo,
¡Lávame, Señor! ¡Lávanos, Señor!