Juan, poesía los viernes
Cáritas Madrid 22 de Junio de 2017Carta de agradecimiento a Juan por sus años como voluntario en el proyecto de personas sin hogar (CEDIA)
Carta de agradecimiento a Juan por sus años como voluntario en el proyecto de personas sin hogar (CEDIA).
Cáritas Madrid. 22 de junio de 2017.- Este sábado, el equipo del proyecto de personas sin hogar, CEDIA, despedía como mucho cariño a Juan, voluntario de 82 años, uno de los curas obreros de Vallecas. Para ello el equipo había escrito unas palabras, para leerle en este día tan emotivo para todos.
Este texto dice así:
El escritor italiano Primo Levi cuenta, en su relato biográfico Si esto es un hombre, que estando prisionero en Auschwitz , le tocó empujar una carretilla con otro preso. Horas de dar viajes de la cantera a la carretera. Hambre, frío, piojos y la amenaza constante del castigo físico o la muerte.
Con todo, Levi y el otro prisionero sacaron fuerzas para trabar conversación. En bajito, puesto que los SS no querían que los prisioneros hablaran entre ellos. Entre la nieve, bajo la mirada de los guardias, la conversación a penas susurrada derivó hacia la literatura y de ahí, a la Divina Comedia.
Levi empezó a recitar el primer canto. Antes el entusiasmo de su compañero, pasó al segundo, hasta que a mediados del tercero, no supo seguir. En ese momento, dice Levi, hubiera dado su mísera porción de pan diaria por recordar más versos y transmitírselos a su compañero.
Me acordé de Levi el primer viernes que coincidí con Juan en CEDIA. A la hora de la comida, con su hablar tranquilo, me dijo que antes de comer leía un poema a los que iban a comer junto a él.
Un detalle pequeño, pero cargado de sentido. Juan de pie, leyendo un poema sacado de esas maravillosas compilaciones que nos regala, los comensales en silencio, el aplauso espontáneo…
La mesa de los viernes, tras el poema de Juan, era más mesa compartida.
Después supe que Juan había trabajado en Correos. No pude menos que acordarme de la primera epístola de San Pablo a los Corintios (“nos fatigamos trabajando con nuestras propias manos” 1 Cor 4:12) y de que el apóstol ejercía su oficio de fabricante de tiendas (Hch. 18,3).
Juan fue uno de esos sacerdotes, los curas obreros, que optó por incardinarse en una diócesis muy particular: el mundo del trabajo. Después resultó que uno de mis mejores amigos, Jesús, fue compañero suyo de trabajo. “Buen compañero”, me dijo Jesús.
Juan es como la lluvia fina, en primavera, que cae sobre un campo de trigo. No llama la atención, parece que no ha calado, que han sido unas gotas y poco más. Pero sin esa lluvia, la semilla no germina. La de Juan disponibilidad, la calidad y calidez de su acompañamiento, su poema de los viernes, son cosas que echaremos de menos.
Por todos estos años, Juan, MUCHAS GRACIAS!!