Jóvenes que se acercan a compartir el lenguaje universal de la alegría, la acogida y el Amor

Son un grupo de jóvenes de las parroquias de San Hilario y Nuestra Señora de África, pertenecientes a Cáritas Vicaría VI, pero podría ser un grupo de jóvenes de cualquier otro barrio de Madrid. Lo que les une es el interés por conocer las realidades sociales con las que coexisten. Les une que las cosas les importan. Les une saber quién o quiénes viven en el portal de al lado.

Y en el portal de al lado, que se han acercado a conocer, viven varias personas, junto a unas religiosas que conforman la Comunidad de vida de este alojamiento de Cáritas Madrid. Viven hombres y mujeres que en algún momento quedaron al margen de la sociedad y que aquí tienen una residencia temporal mientras logran salir adelante por sí mismas.

Hablamos de la “Casa de Acogida San Agustín y Santa Mónica” que han visitado estos días estos jóvenes, acompañados por sus catequistas y por el vicario, Gabriel. Querían, nos dicen, “acercarse a una comunidad religiosa al servicio de una obra social”.

Han estado conociendo las instalaciones y compartiendo experiencias junto a las personas residentes, las Hermanas y los voluntarios. Miguel Ángel y Gema, un matrimonio que lleva acompañando el proyecto desde la pandemia y la hermana Margret les han hablado de lo que para ellos es la vida en la Casa. “Es compromiso, es sentirse familia, es ampliar el corazón y dejar que se llene de rostros y vivencias de personas vulnerables, de diferentes culturas, religiones y experiencias de vida”, les han contado. Y es que en este espacio “todos somos personas que compartimos un camino, nos reconocemos y valoramos, nos enriquecemos mutuamente y formamos parte de la vida unos de otros”.

También algunas de las personas residentes han compartido lo que significa para ellas estar en la Casa: “más allá del agradecimiento, este es un lugar donde sentirse seguros y protegidos y que nos da la posibilidad de iniciar caminos de recuperación”.

La jornada ha concluido con un aperitivo y música compartidas, donde se oían las risas que hacen el olvidar el dolor de la vulnerabilidad, y en un entorno multicultural y diverso que es donde reside el lenguaje universal de la alegría, la acogida y el Amor.