“Jesús convierte nuestra agua en el vino de la alegría“

Cáritas Madrid 20 de Enero de 2019

Lecturas del Segundo Domingo del Tiempo Ordinario: Is 61, 1-5/ Sal 95, 1-2ª-2b-3.7-8ª.9-10ª / 1Cor 12, 4-11/ Jn 2, 1-12 

Lecturas del Segundo Domingo del Tiempo Ordinario: Is 61, 1-5/ Sal 95, 1-2ª-2b-3.7-8ª.9-10ª / 1Cor 12, 4-11/ Jn 2, 1-12.


Cáritas Madrid. 20 de enero de 2019.- Comenzamos el tiempo ordinario, el tiempo normal, el que nos lleva a vivir lo cotidiano. Las fiestas nos ayuda a solemnizar la realidad, pero es la celebración de lo habitual, del día a día, lo que nos hace contemplar mejor los grandes acontecimientos de nuestra fe en nuestra vida diaria. Dios está aquí, en lo menudo, en lo normal. En esta celebración del domingo donde escuchamos su Palabra y compartimos el Cuerpo y la Sangre de Jesús.

 

Pongámonos un reto para esta semana y que pueda cuajar en nuestra vida de creyentes: "Afrontar las realidades sociales con mirada profunda y fantasía creadora, para la cual necesitamos aguzar nuestra capacidad de ver, de escuchar y de conmovernos con los ojos y el corazón del Dios trinitario. Es fundamental aprender a centrar la mirada en lo importante, discernir dónde poner el foco de nuestra atención y prioridad en cada momento para no perder energías y diluir el esfuerzo y el trabajo cotidianos, y no perder el sentido de la misión".

 

En el Evangelio se nos proclama el milagro de las bodas de Caná. Es el primero del evangelista Juan, casi como respuesta a esa espera de un esposo para el pueblo, que es la esposa. Hay un marido que no sabe mucho de fiestas y otro, el que tenía que venir, que alegra todo lo que toca. Su madre, atenta a la necesidad que se presenta, está "mirando profundamente" lo que pasa y tiene uan respuesta pronta. Los sirvientes conocen el milagro y en los discípulos de Jesús crece la fe: comienzan a pertenecerle. 

 

Toda boda implica un tiempo nuevo, una ruptura con la vida individual, para sellar una vida en común llena de proyectos, ilusiones, esperanzas de un futuro compartido, pleno y lleno de felicidad.

 

Caná nos recuerda que estamos invitados a la fiesta de las bodas, que tenemos que ponernos el vestido de gala para celebrar, para beber el vino bueno del Reino que trae Jesús. Vino compartido, derramado, trasnformado, capaz de dar alegría a la vida de cada uno, en la medida que expresamos lo que somos, los dones recibidos y los ponemos al servicio de una humanidad nueva.

 

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