«Para mí, este trabajo ahora es una suerte»

10 de Noviembre de 2022

Viktor Anokhin es un refugiado ucraniano de los pocos afortunados que, tras aprender el idioma y formarse, ha encontrado un empleo.

Una mañana te levantas para ir a trabajar sin saber que, de repente, tu vida y la de toda tu familia va a cambiar en ese mismo instante. Es lo que le pasó a Viktor una mañana de marzo. En vez de ir a trabajar, él, su mujer y sus hijos hicieron las maletas y vinieron de Ucrania a Madrid. Han pasado unos meses, pero todavía su voz se quiebra al recordarlo y por un instante se borra su eterna sonrisa. Sin embargo, «no me arrepiento, sí fue una buena decisión» —nos dice cuando se repone un poco— «yo he tenido suerte».

Fue cuestión de días o de horas, pero de no haber tomado una decisión tan rápida él, por tratarse de un hombre joven, no habría podido salir del país; al poco tiempo, empezaron a reclutar a todos los hombres mayores de edad. Previa a la guerra, la situación en Ucrania no era del todo buena, nos cuenta. Había un temor latente a que algo pasara. Pero no a que ese algo fuese «una guerra, no veíamos que fuese posible este conflicto entre dos países que pensábamos hermanos».

Viktor pudo instalarse en Madrid con su mujer y su hija pequeña, mientras su hijo mayor se ha quedado cursando sus estudios en Polonia. Aquí los trámites fueron rápidos, enseguida pidieron refugio y les dieron alojamiento en un hotel. Después contactó con Cáritas Madrid para empezar a buscar empleo ante la previsión de que el conflicto se alargase.

Ahora, después de unos meses, de muchas horas de estudio intensivo de español y de cursos de formación, Viktor puede levantarse y esta vez no como aquella mañana de marzo— ir a su lugar de trabajo. Acaba de incorporarse a Textil Empleo, la empresa de inserción laboral de Cáritas Madrid que se encarga de la recogida y clasificación de la ropa donada en los contenedores repartidos por Madrid; ha conseguido este trabajo gracias a su esfuerzo, nos decían con orgullo desde el Servicios Diocesano de Empleo que le ha acompañado en el proceso.

Este trabajo poco se parece a lo que hacía en Ucrania, allí era informático. Pero, lejos de frustrarse, se siente agradecido. Positivo y risueño, vive con esperanza los siguientes pasos que le toque dar. «De este nuevo empleo me gusta todo, en general, lo que hago, el trato con los compañeros… Para mí, es una suerte, aunque lo veo como algo temporal, hasta que encuentre una oportunidad más adelante de volver a mi sector y trabajar como informático».

El de Viktor es un proceso con éxito— de supervivencia, primero, y de adaptación, después. Cuando acabe esta entrevista, va a visitar un piso que le han gestionado para él y su familia, ahora que ya tiene empleo. Otro paso a paso a una nueva normalidad. Pasos que lo pueden acercar o alejar de Ucrania. Echa de menos «todo y a todos, porque allí están mi familia, mi hijo, mi madre y hermana, mi casa… y asegura que «si la guerra acaba, quiero volver, porque allí lo tengo todo»; sin embargo, no descarta quedarse aquí más tiempo si las cosas le van bien. «Me siento a gusto, me gusta la gente y la cultura. Y estoy muy agradecido y feliz con la solidaridad del pueblo español, en general, y de Cáritas, en particular».

 

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