He experimentado la necesidad de ponerles cara a las personas
Cáritas Madrid 16 de Febrero de 2017Testimonio de un nuevo voluntario en sus primeros meses en la Casa de Acogida "San Agustín y Santa Mónica"
Testimonio de un nuevo voluntario en sus primeros meses en la Casa de Acogida "San Agustín y Santa Mónica"
Cáritas Madrid. 16 de febrero de 2017.-Colaboro como voluntario en la Casa de Acogida "San Agustín y Santa Mónica" que Cáritas Madrid tiene en el barrio de la Laguna en Madrid, desde hace solo unos pocos meses. Es además mi primera experiencia de voluntariado: es decir, soy un neófito.
Supe hace años de la existencia de este proyecto porque mi mujer colaboró en ella ¬ con los del centro de tratamiento ambulatorio ¬ unos años. Después también, a través de Eugenio, un compañero de colegio.
Ambas referencias eran positivas y sin embargo he tardado años en dar el paso de hacerme yo mismo voluntario. Confío en que haya personas más rápidas de reflejos, y a ellas principalmente encamino estas impresiones.
Vivimos en un mundo de contrastes: en nuestra sociedad conviven la opulencia y la carencia de necesidades primarias. Lo sabía, pero me costaba acercarme a verlo, quizá por temor a implicarme viéndolo de cerca. En esto también el mando a distancia es cómodo. El inconveniente es que la distancia deforma la realidad.
Os acabo de contar el por qué de mi colaboración. He experimentado la necesidad de ponerles cara a estas personas.
Todos necesitamos ayuda y toda ayuda verdadera es recíproca. En el lenguaje de la calle solemos decir: hoy por ti y mañana por mí. De mí puedo deciros que ya he experimentado la ayuda de su cariño.
La primera experiencia de mi primer día fue su cariñosa acogida. No me conocían y me abrazaban. No sé si es que la necesidad nos hace agradecidos, pero ellos lo son. Me parece que poseen una sensibilidad despierta a cualquier cosa que interpreten como deseo de ayudarles y lo saben expresar. En cuanto te acercas experimentas su cercanía y su cariño. Son muy cariñosos.
A veces he dudado si, aparte de colaborar con dinero, habrá en mí algo que pueda ayudarles. Dicho de otra manera: realmente, ¿ellos me necesitan?
Creo que sí, tanto como yo a ellos. Todos necesitamos de cualquiera con tal que se acerque con intención de ayudar en lo que pueda. Aunque no sepa en qué podrá ayudar. No se trata de resolver nada, se trata de echar una mano en lo se que pueda. Lo que importa es que esa ayuda sea sincera, es decir, motivada por los otros y con la mirada puesta en ellos.
Y ellos ¿qué necesitan principalmente.? Mi impresión es que, más allá de necesidades inmediatas como un techo, comida, atención médica... necesitan un hogar. Y un hogar se construye con cariño y compañía. Sin duda no es algo fácil, pero es sencillo. Hace falta que cada cual, incluidos los voluntarios, saquemos a relucir nuestros carismas particulares. Todos tenemos alguno. En una persona es cómo cocina, en otra su simpatía, en otra su sencillez. En aquella su capacidad de escuchar, en esta su autoridad... En todas el deseo de sacar lo mejor de dentro para echar una mano. Y esto no es una idealización sino una realidad que se da.
Otra sorpresa es, que al conocerlos me he encontrado con personas iguales que yo. El mando a distancia me los hacía imaginar como personas ajenas a mi vida y por ello mismo extrañas a mí. La realidad que he encontrado es completamente contraria a esa idea. Mi impresión es que lo único diferente entre cualquiera de ellos y yo han sido las circunstancias. Los siento igual que me siento yo. Nada encuentro que pudiera impedirme hacer amistad con ellos.
Finalmente quisiera hacer una referencia a la Iglesia. Esta casa me parece una de tantas magníficas obras de Cáritas. La llevan seglares ¬ aunque una comunidad de tres religiosas convive con toda sencillez con los residentes ¬ pero me parece que no sería posible sin el concurso de la Iglesia. Empezando por el edificio ¬ cedido por la Parroquia ¬ y sobre todo por la concurrencia de los colaboradores tanto seglares como religiosos de la Iglesia. Sin excluir a nadie que no lo sea.
El Papa Francisco nos anima a salir a las “periferias.” Esta casa es una salida real a una periferia.
Por otra parte, de alguna manera, ¿no somos todos periferia?