Fátima la hilandera: un cuento para pensar en el camino de la mujer
6 de Marzo de 2025En 1977, la Asamblea General de las Naciones Unidas invitó a los países a declarar, conforme a sus tradiciones históricas y costumbres nacionales, un día como Día Internacional por los Derechos de la Mujer y la Paz Internacional. Desde entonces, cada 8 de marzo, se conmemora la lucha de las mujeres para reivindicar la lucha por la igualdad efectiva de derechos en la sociedad y su desarrollo íntegro como personas, en igualdad con los hombres.
Alejandro Illescas nos ha escogido el siguiente cuento para esta fecha pues, al igual que la larga y dura aventura de Fátima, la protagonista, la historia para conseguir que en la sociedad mundial se reconozca a la mujer en igualdad, ha sido larga y difícil, pero va dando frutos.
En una ciudad del más lejano Oriente, vivía una joven llamada Fátima, la hija preferida de un próspero hilandero. Un día su padre le dijo: “Hija, ya has aprendido el oficio y te has convertido en mi ayudante. Quiero que vengas conmigo en el viaje que voy a emprender, pues tengo negocios que hacer en una de las islas del mediterráneo. Tal vez, encuentres ahí un joven atractivo, de buena posición, al cual podrás tomar por esposo”.
Se pusieron en camino y viajaron de isla en isla, el padre haciendo sus negocios y Fátima soñando con el esposo que pronto podría ser suyo. Un día, cuando estaban camino de Creta, se levantó una tormenta y su barco naufragó. Fátima semiinconsciente fue arrojada a una playa cercana a la ciudad de Alejandría. Su padre había muerto en el naufragio, dejándola completamente desamparada.
Mientras vagaba triste por la arena sin saber qué hacer, una familia de tejedores la encontró y, aunque eran muy pobres, la llevaron a su humilde casa y le enseñaron su oficio. Y así, Fátima, inició una segunda vida y, al cabo de uno o dos años, habiéndose reconciliado con su suerte, recobró la felicidad.
Pero una mañana estando en la playa, una banda de mercaderes de esclavos desembarcó y se la llevó junto a otros cautivos. Pese a lamentarse amargamente de su suerte, la muchacha no encontró ninguna compasión por parte de ellos, quienes la llevaron a Estambul para venderla como esclava. Por segunda vez el mundo se había derrumbado para Fátima.
Mientras esperaba comprador en el mercado, apareció un hombre que buscaba esclavos para trabajar en su aserradero, donde fabricaba mástiles para barcos. Viendo el abatimiento de la infortunada Fátima, decidió comprarla, pensando que podía ofrecerle una vida mejor de la que habría de recibir de cualquier otro comprador. La llevó a su hogar con la intención de hacerla una sirvienta para su esposa, pero al llegar a su casa, se enteró de que había perdido todo su dinero, pues su cargamento había sido capturado y robado por unos piratas. Comprendió que ya no podría afrontar los gastos que le ocasionaba tener tantos trabajadores como tenía, de modo que los despidió a todos y él, su mujer y Fátima, quedaron solos para llevar a cabo la pesada tarea de fabricar mástiles.
Fátima agradecida con él por haberla rescatado, trabajó tan duramente y tan bien que, tiempo después, él le dio la libertad. Y, llegó, incluso, a ser su ayudante de confianza. Fue así como llegó a ser feliz en su tercer oficio.
Un buen día el mercader le dijo: “Fátima necesito que vayas a Java con un cargamento de mástiles. Asegúrate de venderlos a buen precio”.
La muchacha se puso en camino, pero al pasar frente a las costas de China, un tifón hizo naufragar la embarcación y, una vez más, Fátima salvo milagrosamente la vida, pero se vio, de nuevo, arrojada a las playas de un país desconocido. Otra vez lloró amargamente, sintiendo que en su vida nada sucedía de acuerdo con sus expectativas.
Siempre que las cosas parecían andar bien, algo espantoso ocurría malogrando todas sus esperanzas.
- “¿Por qué será -clamó Fátima al cielo tercera vez- que siempre que intento construir algo se malogra? ¿Por qué tienen que ocurrirme tantas desgracias?”
Pero no hubo respuesta, de manera que se levantó y caminó tierra adentro.
En China nadie había oído hablar jamás de Fátima, ni sabían de sus problemas. Sin embargo en uno de aquellos reinos existía la leyenda de que un día llegaría cierta hermosa mujer extranjera, capaz de enseñar a construir enormes tiendas para sus ejércitos, un arte por entonces muy codiciado en China. A fin de estar seguros de que la esperada extranjera no pasara inadvertida, si un día pisaba aquel suelo, el rey solía mandar heraldos a todas las ciudades y aldeas, pidiendo que cada mujer extranjera fuera llevada a la corte.
Fue precisamente, entonces, cuando Fátima agotada, llegó a una ciudad costera de China. La gente del lugar habló con ella por medio de un intérprete, explicándole que tendría que presentarse ante del rey.
- “Señora -le dijo el rey cuando Fátima fue llevada al castillo- ¿sabes fabricar una tienda capaz de resistir los embates de las campañas de mis ejércitos?”.
- “Creo que sí” -respondió Fátima.
- “Le pido que me fabrique una” –dijo el monarca.
Fátima comprobó muy pronto la mala calidad de las sogas que poseían en ese lugar y, recurriendo a los conocimientos de sus tiempos de hilandera, recogió lino y fabrico las cuerdas necesarias. Luego pidió una tela fuerte, a la también juzgó inadecuada. Entonces utilizando su experiencia con los tejedores de Alejandría, fabrico una tela resistente para hacer tiendas. Más tarde, como había sido enseñada por el fabricante de mástiles de Estambul, hábilmente confecciono unos muy sólidos para la tienda. Cuando éstos estuvieron listos, se devanó los sesos recordando todas las tiendas que había visto en sus viajes, y construyó una tienda magnífica.
Cuando ésta fue mostrada al rey, él le ofreció dar cabal cumplimiento a cualquier deseo que ella expresara. Fátima pidió entonces poder establecerse en China, donde se casó con un atractivo príncipe, y rodeada de sus hijos, vivió feliz hasta el final de sus días.
Fue a través de todas estas aventuras y desventuras como Fátima comprendió que aquello que le había parecido, en su momento, una experiencia desagradable, resultó ser parte esencial en la elaboración de su felicidad final.
El lema escogido por la ONU para el día internacional de la mujer de este año 2025 es: "PARA LAS MUJERES Y NIÑAS EN TODA SU DIVERSIDAD:
DERECHOS, IGUALDAD Y EMPODERAMIENTO".