Espacios improbables de encuentro

Los ‘espacios improbables de encuentro’ son ámbitos que hacen posible el encuentro, la relación, la convivencia, el conocimiento mutuo y el establecimiento de vínculos entre personas con historias, orígenes, edades y situaciones vitales diversas, que sería muy difícil que se conocieran si no hacemos algo para fomentarlo.

En la Cañada Real se dan, con cierta frecuencia, esos espacios improbables de encuentro. Por ejemplo, cualquier viernes por la tarde, cuando los miembros de “Bocatas” visitan la zona de venta de drogas, y reparten bebida y comida caliente a quienes salen a su encuentro. O cuando vecinas ya mayores de la zona practican Aikido con niños y jóvenes de otros barrios de Madrid, con un sacerdote como monitor.

El Aikido es, en sí mismo, un espacio improbable, casi un oxímoron, pues es un arte marcial que está basado en la no violencia. El objetivo de la práctica del Aikido no es adiestrarse para vencer, sino descubrir que un conflicto puede solucionarse sin dañar al otro, sin destruirlo ni humillarlo. El aikidoka se prepara para, ante una eventual agresión, ser capaz de ver al agresor como una persona con sentimientos, esperanzas, deseos, emociones, temores e ilusiones similares a las suyas, y, por tanto, digna de ser tratada con respeto, a pesar de las intenciones y del comportamiento que en ese momento pueda tener.

Desde que comencé mi voluntariado en Cañada, he tenido ocasión de vivir muchos encuentros improbables, facilitados por la existencia de espacios de relación y participación, como el centro socioeducativo conocido como “La Fábrica”, donde varias entidades sociales desarrollan actividades de formación, acompañamiento y promoción. Otro espacio improbable, el encuentro en la comunidad parroquial de Santo Domingo de la Calzada, donde cada domingo un grupo de personas de procedencias y trayectorias muy diversas compartimos las luces y las sombras de nuestro estar en la Cañada.

Todos estos encuentros me han hecho crecer, ensanchar mi experiencia, descubrir personas maravillosas y desarrollar vínculos que han enriquecido mi vida.Por eso, estoy convencido de que debemos buscar, crear y potenciar ese tipo de espacios improbablesque permitan la interacción entre personas con procedencias, situaciones y realidades diferentes.Porque el cambio no suele surgir de espacios habitados por personas que viven y piensan igual, sinode espacios en los que se relacionan personas que vienen de culturas distintas, con trasfondos y contextos diferentes, y que tienen formas diversasde entender y de ver el mundo.