El gesto de la escucha y de la mano tendida para acompañar

19 de Marzo de 2024

Nos retrata Fernando Torres, voluntario en un centro de la Sierra en Collado Villalba, perteneciente a Cáritas Madrid, el testimonio, sencillo, honesto y emotivo de una familia migrante. Y nos habla de ese gesto generoso del voluntariado, el de la mano siempre tendida para acompañarle

Me piden que cuente una historia sobre las personas migrantes, con las que me encuentro cada jueves o viernes en Cáritas Vicaría VII.  La tentación, la primera idea, es contar alguno de los desastres con que me encuentro. Habría para varias páginas. Pero voy a contar una historia no de desastre, sino de todo lo contrario.

Alguien, vino a verme hace dos meses. Había llegado de algún país latinoamericano. Con su mujer y su hijo pequeño. Todo era difícil. Desde conseguir la cita con la policía para solicitar protección internacional, hasta empadronarse, pasando por la dificultad añadida de pagar el alquiler de la habitación o conseguir los alimentos necesarios para el día a día. Pero se le veía un hombre decidido a salir adelante. Claro que también se le veía en medio de un pozo profundo.

La conversación devino por los caminos habituales. Escuché su historia - siempre impactante- porque casi siempre hay razones muy dolorosas para que una familia escoja el camino de emigrar. Le proporcionamos la ayuda que podíamos: alimentos, algo de ropa y orientación. Hablamos del proceso para conseguir los ansiados documentos que dan ‘permiso’ para trabajar. Y quizá lo más importante que pude darle fue el tiempo de escucha. En este tiempo el hombre se desahogó, y echó alguna lágrima fruto de la impotencia sentida en el momento. Y me conmovió.

Ha pasado el tiempo y ha vuelto a nuestro centro de Cáritas en la vicaría. Hemos tenido un rato para charlar. Otra cara, otro tono, otra forma de hablar. El futuro se está despejando. No se ha superado todas las dificultades, pero se ha hecho camino y se atisba, que todavía no se ve, la luz al final del túnel. Venía a contarme todo lo que había pasado en estos meses: un poco más de trabajo -horas sueltas en economía sumergida, por supuesto-, y algo más andado en la tramitación de los papeles. Más esperanza en el horizonte. En realidad me ha venido a decir que, si todo sigue así, ya no volverá a acudir en busca de ayuda.

Y me he alegrado.  Es una familia que ha pasado de una situación de dependencia a poder valerse por sí misma. Quizá es posible que le haga falta alguna otra ayuda puntual. Pero nada más. Pienso que ese es el objetivo de nuestro servicio: ayudar a las personas a que puedan caminar por sí solas. Y que sepan que, en caso de dificultad, siempre tendrán tendida una mano amiga.

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