Denys, amor agradecido

Denys García llegó hace catorce años desde la costa norte colombiana a España, donde ya vivían dos de sus hermanos. Precisamente fue su hermana quien la puso en contacto con Cáritas Diocesana de Madrid; un contacto que, nos dice, sigue manteniendo al asistir a encuentros y cursos de formación.

Denys fue acompañada desde el Servicio Diocesano de Empleo y consiguió especializarse y trabajar en el cuidado de personas mayores. Desde entonces, gracias a las referencias de sus empleadores, ha seguido trabajando con continuidad. A pesar de que se ha enfrentado a la pérdida de cuatro hijos y de que ha tenido una vida muy dura, nos cuenta que cuidando también se siente cuidada y que recibe mucho amor y protección de la gente para la que trabaja.

Ella es un claro ejemplo de que sembrando amor recoges amor. Está muy agradecida a las personas con las Denys, amor agradecido que ha trabajado. A algunas, ya fallecidas, las cuidó hasta el final, y habla con mucho amor del trato cariñoso y la generosidad que siempre le demostraron las familias de los fallecidos. No puedo evitar pensar ¡cómo no van a estar agradecidos a quien cuidaba de su padre o su madre! Pero, incluso las veces en que Denys se ha visto maltratada, confiesa que se siente dignificada por haber respetado y haber tenido prudencia con las personas mayores, con las que dice que hay que tener un tacto muy especial.

El amor agradecido que proyecta Denys ilumina hoy la vida de un paciente de diálisis al que cuida como empleada de hogar interna. Deberíamos reflexionar más sobre estas personas con vidas durísimas que han viajado miles de kilómetros para asentarse entre nosotros y cuidar con amor de nuestros ancianos y nuestros niños. No son emigrantes: son ángeles caídos del cielo.