"Enseguida tomó Jesús los panes dio las gracias y distribuyó" Jn 6, 1-15

Pilar Algarate 28 de Julio de 2024

Lecturas del Domingo XVII del Tiempo Ordinario: Primera lectura: 2 Reyes 4, 42-44; Segunda lectura: Ef 4, 1-6; Evangelio: Jn 6, 1-15.

Lectura del Evangelio según san Juan 6, 1-15

Después de esto, Jesús se marchó a la otra parte del mar de Galilea (o de Tiberíades). Lo seguía mucha gente, porque habían visto los signos que hacía con los enfermos. Subió Jesús entonces a la montaña y se sentó allí con sus discípulos. Estaba cerca la Pascua, la fiesta de los judíos. Jesús entonces levantó los ojos y, al ver que acudía mucha gente, dice a Felipe: «¿Con qué compraremos panes para que coman estos?». Lo decía para probarlo, pues bien sabía él lo que iba a hacer. Felipe le contestó: «Doscientos denarios de pan no bastan para que a cada uno le toque un pedazo». Uno de sus discípulos, Andrés, el hermano de Simón Pedro, le dice: «Aquí hay un muchacho que tiene cinco panes de cebada y dos peces; pero ¿qué es eso para tantos?». Jesús dijo: «Decid a la gente que se siente en el suelo». Había mucha hierba en aquel sitio. Se sentaron; solo los hombres eran unos cinco mil. Jesús tomó los panes, dijo la acción de gracias y los repartió a los que estaban sentados, y lo mismo todo lo que quisieron del pescado. Cuando se saciaron, dice a sus discípulos: «Recoged los pedazos que han sobrado; que nada se pierda». Los recogieron y llenaron doce canastos con los pedazos de los cinco panes de cebada que sobraron a los que habían comido. La gente entonces, al ver el signo que había hecho, decía: «Este es verdaderamente el Profeta que va a venir al mundo». Jesús, sabiendo que iban a llevárselo para proclamarlo rey, se retiró otra vez a la montaña él solo. 

Palabras del papa Francisco

El Evangelio de Jn 6,1-15 narra el célebre episodio de la multiplicación de los panes y los peces. s interesante ver cómo ocurre este prodigio: Jesús no crea los panes y los peces de la nada, no, sino que obra a partir de lo que le traen los discípulos. Dice uno de ellos: «Aquí hay un muchacho que tiene cinco panes de cebada y dos peces; pero ¿qué es esto para tantos?» (v. 9). Es poco, no es nada, pero le basta a Jesús.

Todos los grandes protagonistas de la Biblia, desde Abrahán hasta María y el muchacho de hoy, muestran esta lógica de la pequeñez y del don. La lógica del don es muy diferente de la nuestra. Nosotros tratamos de acumular y aumentar lo que tenemos; Jesús, en cambio, pide dar, disminuir. Nos encanta añadir, nos gustan las adiciones; a Jesús le gustan las sustracciones, quitar algo para dárselo a los demás. Queremos multiplicar para nosotros; Jesús aprecia cuando dividimos con los demás, cuando compartimos. Es curioso que en los relatos de la multiplicación de los panes presentes en los Evangelios no aparezca nunca el verbo “multiplicar”. Es más, los verbos utilizados son de signo opuesto: “partir”, “dar”, “distribuir”. Pero no se usa el verbo “multiplicar”.

El verdadero milagro, dice Jesús, no es la multiplicación que produce orgullo y poder, sino la división, el compartir, que aumenta el amor y permite que Dios haga prodigios.

Tampoco hoy la multiplicación de los bienes resuelve los problemas sin una justa distribución. Me viene a la mente la tragedia del hambre, que afecta especialmente a los niños.

Se ha calculado —oficialmente— que alrededor de siete mil niños menores de cinco años mueren a diario en el mundo por motivos de desnutrición, porque carecen de lo necesario para vivir. Ante escándalos como estos.

(25 de julio de 2021)

Preguntas para la Reflexión

- ¿Cómo puedo imitar la generosidad de Jesús en mi vida diaria, confiando en que Dios proveerá lo necesario?.

- ¿De qué manera puedo compartir mis recursos, incluso cuando parecen insuficientes, para satisfacer las necesidades de los demás?.

- ¿Cómo puedo estar atento/a a los “milagros” cotidianos que Dios realiza en mi vida y en la de los demás?.

- ¿Cómo puedo practicar la gratuidad por la abundancia que Dios me ha dado y buscar maneras de distribuir esa abundancia a otros?

Oración

Señor Jesús, que en la multiplicación de los panes nos revelaste el milagro de la providencia y la importancia de compartir, ayúdanos a ser generosos y a confiar en tu gracia. Que podamos ofrecer lo poco que tenemos con un corazón alegre y abierto, sabiendo que Tú lo transformarás en abundancia para alimentar a los que tienen hambre de pan y de esperanza. AMEN

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