En Cañada Real la formación promueve esperanza

Cáritas Madrid 29 de Septiembre de 2015

Son más de 300 personas atendidas en el proyecto que Cáritas Madrid acerca a la población que hace vida en el poblado rural. Mujeres y niños reciben apoyo social y educativo para sobrellevar su situación.

Son más de 300 personas atendidas en el proyecto que Cáritas Madrid acerca a la población que hace vida en el poblado rural. Mujeres y niños reciben apoyo social y educativo para sobrellevar su situación.


Cáritas Madrid. 29 de septiembre de 2015.-“Tac, tac, tac” suenan las teclas del ordenador. “Tac, tac,  tac, clic”, también se oye el ratón.


Mientras un par de ojos mira con atención cada palabra impresa en un folio, la luz del monitor alumbra el rostro atento de una mujer  interesada en presionar correctamente cada letra, en emplear de forma adecuada el programa que la máquina despliega frente a ella y de aplicar cada instrucción que la voluntaria de Cáritas Madrid le indica con calma. En fín, está interesada en aprender.


Justo en la sala de al lado, otras cinco señoras escriben, deletrean y repiten palabras marcando cada sílaba: “co-che”, “ca-rro”, “ca-ro”.


Y las ganas de dominar de forma correcta la lección del día se declaran sin titubeos en la expresión de las alumnas quienes tras hacer una breve pausa dejan que un diálogo en árabe fluido sea el protagonista mientras toman el café. Alrededor de la mesa son  marroquíes todas las alumnas, pero ellas solo conforman una pate de la población atendida en el centro que Cáritas Madrid ha llevado hasta la Cañada Real Galiana, una realidad dura que demanda solidaridad a diario y en donde la formación es clave para suavizar un entorno hostil.


Un entorno complejo

 

Son 15 kilómetros de terreno, alejados del centro urbano. Entre los baches e irregularidades del camino sin asfaltar, es difícil mantener la mirada fija y la línea del horizonte se hace inestable mientras algún conductor valiente se aventura entre la carretera poco amigable, llena de polvo, árida.


Aquí, durante los meses de Invierno la humedad se apodera del suelo y el lodazal agrega mayor dificultad al recorrido que se convierte en duelo de fuerzas para los vehículos. Y a lo lejos, unas líneas poco armónicas dan forma a las casas y chabolas del sector, espacios en estado de infravivienda que se convierten en un signo de la compleja situación que experimentan a diario quienes residen en el poblado: más de 15 mil personas, en su mayoría población marroquí, rumana de etnia gitana y  española.


Dentro de este contexto, Cáritas Madrid se abrió paso desde hace seis años, con la inquietud que despierta la necesidad de ayudar al hermano en dificultades. Es por esto que desde entonces las acciones han sido tan diversas como necesarias, orientadas a prestar apoyo a cada rostro que acude al proyecto que, a día de hoy, se concentra en ofrecer atención integral a las carencias que manifiestan los habitantes de la Cañada.

 

Formación para todos

Hay pocas certezas en cuanto a servicios públicos y lugares de asistencia o esparcimiento para los residentes de este lugar. Además, familias enteras con niños pequeños “viven en un entorno donde también se manejan problemas como la venta de droga y otras actividades ilegales”, explica Javier, trabajador social de Cáritas, quien asegura que una de las principales necesidades fue la de acercar herramientas de formación que por falta de recursos eran inexistentes.


Son aproximadamente 350 personas las que asisten regularmente al proyecto de Cáritas que les ofrece participar en actividades de alfabetización y apoyo social.


Durante las mañanas, mientras los niños asisten al colegio, las madres encuentran oportunidad para aprender a leer y escribir, mejorar el español,  practicar el manejo de informática o trabajar habilidades sociales. Dentro de esta línea, también se da inicio a una capacitación profesional básica en peluquería, destinada a jóvenes, que facilitará nociones de estilismo y contará con la certificación reglada que permite trabajar.


Luego de comer, por las tardes las aulas quedan reservadas para los más pequeños que se dedican a hacer deberes, poner en práctica hábitos saludables, merendar y compartir con el resto de compañeros en un entorno acorde a su edad. Así, poco a poco se promueve la convivencia y el trato armonioso entre los miembros de la familia mientras se brindan espacios para estimular el entusiasmo por aprender y adquirir nuevos conocimientos.

 

Más que alfabetizar

Cada día en la Cañada Real Galiana supone para el equipo de Cáritas Madrid, compuesto por personas estructurales y voluntarios, el trabajo desde el amor hacia el menos favorecido.


“Lo que más me emociona es poder darles un espacio donde se expanden, donde crecen, porque la vida en la Cañada es muy dura” describe Begoña, una religiosa franciscana que forma parte del proyecto y en quien la abnegación encuentra voz con su testimonio. Para la voluntaria, las mujeres sobre todo “no lo tienen fácil”, pues deben llevar a adelante sus hogares en medio de carencias, mientras cuidan que sus niños no se impliquen en el conflicto de drogas establecido en el poblado.


“La mayoría quieren salir de esto, tú hablas con la gente y  te dicen ‘yo no quiero que mis hijos se críen en esto”, resume otro voluntario quien explica que muchos  “vienen a España, no conocen el idioma, se ven sin dinero y les dicen que lo primero que tienen que hacer es aprender el idioma, que a lo mejor hasta dentro de dos o tres años no van a empezar a moverse”, señalando que que parte de la labor está en mantener la motivación y el entusiasmo de las personas atendidas.


Entre la dureza del entorno en la Cañada, en Cáritas Madrid buscamos sin descanso la acción para el hermano mientras, día a día, se afina la mirada hacia adelante pues “hay que tener los ojos abiertos al sufrimiento de la gente que nos rodea”, resume Javier. Y hacia esto se conduce Cáritas Madrid: a dar respuesta a las necesidades del hermano, manteniendo la la capacidad de adaptación frente a una realidad que se transforma constantemente, para ir avanzando a mejores horizontes, para alcanzar renovar la esperanza y empoderar la voluntad de los que padecen las injusticias.

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