El sinhogarismo, un problema social que afecta cada vez a más jóvenes
24 de Octubre de 2024El recorrido vital de cada persona sin hogar es único, sin embargo, cualquier persona puede ver en una situación de sinhogarismo. Cada vez hay más jóvenes sin hogar; alrededor del 30 % tiene menos de 30 años.
Entidades, administraciones y personas sin hogar ‘caminan juntas’ para poner en el debate social el problema del sinhogarismo y pedir políticas que garanticen el acceso a una vivienda.
Con el lema “Caminemos Juntos” las asociaciones y servicios que participan en el Día de las Personas sin Hogar en Madrid, que se coordina desde la Red FACIAM, se unen un año más para presentar públicamente la Campaña de Personas sin Hogar 2024.
El recorrido vital de las personas que han perdido su hogar es muy diferente, va desde dónde parte la persona, con qué habilidades o recursos cuenta (zapatos), qué cargas emocionales y rupturas arrastra (mochila) o los obstáculos que encuentra en el camino, como el rechazo o la invisibilidad (piedra), hasta los apoyos con los que cuenta para seguir adelante (batones).
Cada experiencia es única, pero desde la red queremos insistir en la idea de que cualquier persona podría verse en una situación de sinhogarismo: perder el trabajo, una separación, migrar o una enfermedad mental, son algunas de las situaciones que pueden llevar a una persona a perder su hogar. Esto ha sido determinante en el cambio del perfil de las personas que no tienen un hogar, que son personas cada vez con más alto nivel de formación y más jóvenes.
Alrededor del 30 % de las personas sin hogar tiene menos de 30 años (según los últimos datos del INE), esto responde en muchos casos a no poder tener un empleo o contar con ingresos insuficientes. Dato que corroboramos las entidades de la Red. Así hemos conocido el caso de Luisana, joven migrante que se vio viviendo en la calle y que ahora residen en un piso ofrecido por Cáritas Madrid; o el caso de Christian, joven que tras un accidente la laboral y quedarse sin redes de apoyo se vio obligado a pedir ayuda.
“Todas las personas tienen derecho a contar con un lugar digno, seguro y en paz donde vivir, cualquiera que sea su origen o edad. En el caso de los jóvenes, es llamativo, ya que la juventud debería ser sinónimo de ilusión en el futuro”. Así lo ha manifestado Susana Hernández, presidenta de la Red Faciam, quien ha insistido en la necesidad de acompañar en el camino a la inclusión. “Debemos ir de la mano las personas, las entidades y la Administración, como dice el lema, ‘Caminemos Juntos’, para que se agilicen los trámites administrativos y se facilite el acceso a la vivienda”.
El camino hacia la inclusión de las personas en una situación vulnerable, como las personas que han dado su testimonio como persona sin hogar, es largo y está lleno de obstáculos; como ellas mismas refieren “sobre todo de trabas administrativas, siempre falta un papel, el de residencia, el de empadronamiento…”.
Hagamos que en este camino estén acompañadas y podamos darles el apoyo que nos piden. Estas son algunas de las peticiones que ellas mismas nos hacen: “tener un lugar donde me sienta protegido, donde guardar mi maleta o ducharme”; “que empaticen conmigo y me respeten”; “saber que no estoy solo”; “alguien que me oriente hasta que pueda valerme por mí misma”; “ser persona”.
Petición desde la Red FACIAM
Con la Campaña las entidades queremos poner en el debate público y político el problema social, no personal, que supone el sinhogarismo en nuestra región. En España en general donde, según el INE, el número de personas sin hogar aumenta cada año, siendo un 24 % superior que hace 10 años.
Desde Faciam pedimos un sistema de protección social que garantice a la ciudadanía tener la oportunidad, real, de tener una vivienda digna, un empleo, acceso a la salud o acceso a prestaciones, entre otros derechos.
También queremos sensibilizar acerca de la realidad de las personas que no tienen un hogar, para conocer de primera mano su situación, dar una respuesta adaptada a sus necesidades y eliminar los estigmas y prejuicios mostrando sus realidades porque, como nos dice Christian, “no es que te miren mal, es que no te miran”.