El reto de no juzgar al diferente
Cáritas Madrid 11 de Noviembre de 2019
Este mandato de Jesús para no juzgar al prójimo siempre nos resulta muy difícil de cumplir, aún más difícil si el prójimo es diferente a nosotros, y todavía más difícil según vamos cumpliendo años. Pero aceptar este mandato es un reto al que tenemos que responder como cristianos y como personas.
Este mandato de Jesús para no juzgar al prójimo siempre nos resulta muy difícil de cumplir, aún más difícil si el prójimo es diferente a nosotros, y todavía más difícil según vamos cumpliendo años. Pero aceptar este mandato es un reto al que tenemos que responder como cristianos y como personas.
Cáritas Madrid. 11 de noviembre.- Con motivo de la III Feria de Inclusión Social Gente que Construye. EAPN Madrid, que se celebró en el Parque de El Retiro bajo el lema “Gente que construye, tú haces la diferencia”, tuve la suerte de asistir a la Mesa Redonda: “Desmontando bulos y rumores para combatir el discurso del odio hacia las personas pobres e inmigrantes”, que se desarrolló como parte de la Feria, y en la que se habló del “discurso del odio” que se teje hacía las personas “diferentes”. Diferentes por raza o religión, o por su sexualidad, o por ser inmigrantes, o no tener hogar.
Como católico, lo que más me impactó, es comprobar la facilidad con la que hacemos juicios de valor sobre estas personas, y lo fácilmente influenciables que nos volvemos ante el enorme flujo de información/desinformación que recibimos diariamente a través de las diferentes redes sociales, información que no nos preocupamos en analizar y comprobar, y que aceptamos sin más porque confiamos en la persona u organización que la transmite, y con la que rápidamente clasificamos (marcamos diría yo) al diferente a nosotros, y por la que asignamos una forma de proceder negativa a todo un colectivo, por la actuación de alguno de sus miembros, o simplemente por la pura falsificación de una noticia.
Creo que se trata de una actitud defensiva ante los muchos problemas y preocupaciones que generan nuestra sociedad y, en algunos casos, nuestras propias frustraciones. Culpabilizar a otro nos permite no pensar en lo que yo puedo o debo hacer, y elimina la posible angustia por ese dejar de hacer. Si no es mi culpa, ¿por qué tengo yo que buscar una solución?
Pero, si miramos al Evangelio honradamente, creo que deberíamos recapacitar seriamente sobre nuestra actitud ante los demás. Los siguientes pasajes son una clara llamada de atención a reflexionar:
“En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: Sed compasivos, como vuestro Padre es compasivo. No juzguéis y no seréis juzgados, no condenéis y no seréis condenados; perdonad y seréis perdonados. Dad y se os dará; una medida buena, apretada, rebosante. Porque con la medida con que midáis se os medirá”. (Lc. 6, 36-38).
“En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: No juzguéis, para que no seáis juzgados. Porque con el juicio con que juzguéis seréis juzgados, y con la medida con que midáis se os medirá. ¿Cómo es que miras la brizna que hay en el ojo de tu hermano, y no reparas en la viga que hay en tu ojo? ¿O cómo vas a decir a tu hermano: "Deja que te saque la brizna del ojo" teniendo la viga en el tuyo? Hipócrita, saca primero la viga de tu ojo, y entonces podrás ver para sacar la brizna del ojo de tu hermano”. (Mt. 7, 1-5).
Este mandato de Jesús para no juzgar al prójimo siempre nos resulta muy difícil de cumplir, aún más difícil si el prójimo es diferente a nosotros, y todavía más difícil según vamos cumpliendo años. Pero aceptar este mandato es un reto al que tenemos que responder como cristianos y como personas.