El portazo o la puerta que se abre: la dura tarea de encontrar vivienda

22 de Abril de 2024

¿Cómo encontramos un propietario que nos quiera alquilar su vivienda? ¿Quién nos avala? ¿Cómo aportamos los 4 000 euros que nos piden de fianza? Más de 900 euros por una habitación, ¿en serio?

Estas son las preguntas más habituales que tenemos que escuchar en Cáritas Diocesana de Madrid cuando las personas llegan a nosotros al Servicio Diocesano de Vivienda. Abrimos la puerta a su realidad. Ellas, quisieran abrir la puerta de un hogar propio.

Pero no es fácil, ni para quienes vivimos en Madrid y tenemos trabajo y residencia, ni para nuestros jóvenes hijos que sueñan con independizarse y mucho menos para ellas: las familias más vulnerables que acuden a nosotros. La mayoría cerraron en sus países, ciudades o barrios la puerta a la violencia, al hambre y la miseria y se encuentran aquí con un portazo a su ilusión y a una vida nueva.

A las preguntas anteriores, también las acompañan otras frases desesperanzadas: “no tengo el dinero suficiente para poder abonar las mensualidades”; “soy madre con dos hijos pequeños, qué hago con ellos”; “el precio es tan alto que, ni trabajando, puedo costear el alquiler”; “trabajamos mi marido y yo y aun así, no podemos pagar la entrada de un piso”.

Para dar una respuesta-consuelo o, en el mejor de los casos, una respuesta-esperanza, se ha organizado en el residencial JMJ de Cáritas Madrid el espacio de acompañamiento “Café-vivienda”. Se trata de acompañar a las familias ofreciéndoles ideas, nociones, consejos y una visión más amplia de posibles salidas habitacionales como son: la vivienda en mercado libre, vivienda compartida, vivienda en otras provincias o vivienda pública, entre otras. Queremos abrir una puerta a la esperanza.

En el espacio, dinámico, se cuenta con la colaboración de las propias familias del residencial – un espacio temporal donde se alojan más de 200 familias por un tiempo determinado, mientras consiguen autonomía y un hogar propio-. Son ellas quienes expresas sus miedos, inquietudes y vivencias.

Este es un espacio que huele a café y tiene el calor de las tardes en compañía. Es el calor del hogar con el que sueñan para mitigar el frío que les deja en la conciencia las respuestas negativas, los portazos del destino. “¿Qué será de nosotros cuando salgamos de este residencial?”, se preguntan al imaginarse la palabra de despedida, la voz callada, y el sonido de esa otra puerta que se cerrará a sus espaldas.

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