El gesto de acompañar sea cuando sea

Maria Angeles Altozano 16 de Junio de 2025

Son las dos de la madrugada. Acaban de avisar del hospital. A la hija de Claudia, ingresada desde hace días, tienen que hacerle una intervención quirúrgica de urgencia y ella, su madre, debe acudir a firmar la autorización de la menor.

Claudia asustada no duda en vestirse, pero duda en salir sola a esas horas por las calles de Madrid, que apenas conoce. Hace solo unas semanas que dejó su pueblo para que su hija pudiese ser tratada en la capital. Ahí residía su esperanza de vida. Ahí tenía que trasladarse a vivir. Sin redes de apoyo ni recursos suficientes para asumir el gasto, encontró en la «Casa Cuidado» de Cáritas Madrid un alojamiento temporal para personas que tienen a familiares ingresados en la ciudad, pero que viven en otras ciudades, y que es, eso, un lugar de cuidado donde personas voluntarias les ofrecen desde una palabra de aliento, hasta una charla o un café o un paseo, lejos de las horas en las salas de espera.

Pero ahora, «me da miedo salir sola». Claudia llama por teléfono a Ana, que despierta sobresaltada. «Claudia, ahora no puedo trasladarme a la casa para ir contigo, pero no te preocupes, voy a acompañarte todo el tiempo, iremos charlando mientras vas al hospital; hablemos como amigas, todo va a estar bien, descríbeme cómo es el barrio a estas horas de la noche».

Y es este un gesto de generosidad tan grande que ilumina las calles de Madrid de madrugada.

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