El cuidado de la naturaleza es cosa nuestra

Cada vez nos quedamos más insensibles cuando vemos en la televisión que han muerto veinte o cuarenta personas porque se ha hundido una patera en el mar. Nos deja impasibles el hecho de que han muerto unas personas que son como nosotros, pero que no han tenido la suerte de nacer en nuestro país.

Estamos pasando por esta vida probablemente inconscientes de que hemos recibido y seguimos recibiendo de nuestro Buen Padre Dios una serie de dones gratuitos, que por ser gratuitos no les damos importancia. Por ejemplo, no somos conscientes que nos ha dado una vida; de que soy yo el que está aquí porque Dios quiso que fuera yo y no otro.

Nos ha dado el don de la libertad. Dentro de nuestras limitaciones, nos respeta hasta tal extremo que somos libres de actuar en cada situación y de elegir lo que creemos mejor para nosotros. Nos ha dado también el don de la paz. ¿Caemos en la cuenta de cuántos años llevamos sin guerra?

Tampoco caemos en la cuenta de que Dios Padre ha creado una Naturaleza maravillosa para que podamos vivir y disfrutarla, pero tenemos la obligación de cuidarla y no destruirla.

El papa Francisco lleva años tratando de sensibilizar nuestras conciencias sobre este tema, primero con la Encíclica Laudato Sí’ y, desde el pasado 4 de octubre, además, con la exhortación Laudate Deum *, una reafirmación de la primera y una llamada de alarma porque con la agresión continuada a la Madre Tierra, “el mundo que nos acoge se va desmoronando y quizá acercándose a un punto de quiebre” o no retorno.

Estos documentos plantean en su mayor parte una doctrina y peticiones a nivel de políticos y gobernantes, ya que este proceso corresponde realizarlo a los estados. Pero nos preguntaríamos, ¿y nosotros, tú y yo, dos entre 7 000 millones de personas, qué podemos hacer? Pues es decisiva nuestra colaboración positiva para no contribuir un “poquísimo más” al deterioro del planeta. “Un grano no hace granero, pero ayuda al compañero” y somos un grano de arena en una playa, pero millones de esos granos hacen un granero y una enorme playa.

Decía la Madre Teresa de Calcuta:” La palabra convence, pero el ejemplo arrastra. No te preocupes porque tus hijos no te escuchen, te observan todo el día”. Con un estilo de vida respetuoso con la Naturaleza contribuimos a que los que nos rodean adopten correctas medidas encaminadas a la preservación del planeta.

Como dice el papa Francisco, “no hay cambios duraderos sin cambios culturales, sin una maduración en la forma de vida y en las convicciones de las sociedades, y no hay cambios culturales sin cambios en las personas”. Y señala: “El esfuerzo de los hogares por contaminar menos, reducir los desperdicios, consumir con prudencia, va creando una nueva cultura. Este solo hecho de modificar los hábitos personales, familiares y comunitarios contribuye a gestar grandes procesos de transformación que operan desde las profundidades de la sociedad”.

No se nos piden actos extraordinarios sino simplemente plantearnos si tenemos que cambiar algo en nuestra forma de actuar para, con ello, aliviar efectos nocivos sobre las condiciones de vida de otros próximos menos favorecidos.

* Resumen de fácil lectura de la exhortación del Papa. ”Laudate Deum”, el grito del Papa para responder a la crisis climática

https://www.vaticannews.va/es/papa/news/2023-10/laudate-deum-exhortacio…