En estos meses de confinamiento, desde Cáritas Diocesana de Madrid hemos realizado un esfuerzo para reorientar nuestra actividad y movilizar nuestros recursos para tratar de dar respuesta a las necesidades sociales generadas por la pandemia sin dejar de atender a quienes ya antes de esta crisis estaban en situación de pobreza y exclusión.
El Centro de Atención a la Mujer en exclusión de la calle Concepción Jerónima tuvo que suspender temporalmente su actividad en la etapa más estricta del confinamiento siguiendo las recomendaciones de las autoridades sanitarias para evitar contagios y velar por la seguridad de las usuarias y las personas voluntarias y contratadas. En su lugar, otros proyectos como el de CEDIA Mujer pasó de ser un recurso nocturno para mujeres sin hogar a convertirse en un centro con actividad y acogida las 24 horas del día para las mujeres sin un techo bajo el que pasar la cuarentena. Los equipos se reorganizaron para dar respuesta a las necesidades que iban surgiendo. De esta manera, el equipo profesional de Concepción Jerónima se trasladó a CEDIA Mujer para poder garantizar así la atención de las mujeres que allí acogimos y vivieron una experiencia que ha sido enriquecedora para todos y que una vez terminada, Sara, miembro del equipo del centro de Concepción Jerónima comparte.
Una experiencia enriquecedora
"En CEDIA Mujer nos hemos sentido como en casa. ¿Quién nos iba a decir qué una situación tan difícil, como una emergencia sanitaria, nos iba a traer tan buena experiencia?", valora. Aprender de las vivencias de otros, compartir dificultades y buenos momentos, contagiarse de su vitalidad y conocer a las residentes ha sido una oportunidad preciosa, explica Sara. "Nos ha sorprendido la capacidad de las mujeres acogidas allí para mantenerse positivas durante este duro confinamiento, en el que no solo tenían que estar "encerradas", si no que además, en su caso, lo han hecho sin la posibilidad de elegir con quién pasarlo", añade. Sin embargo, Sara explica que en CEDIA se creó un equipo de convivencia que ha funcionado como una familia y que ha demostrado que hay muchas formas de pasar el tiempo. Gracias a los karaokes, manualidades, mandalas, juegos de mesa, bailes, videos, club de lectura, películas, deporte, idiomas y mucha música han conseguido entre todas que el ánimo no decayera.
Sara también valora el trabajo de las voluntarias que, pese a la emergencia, han acudido allí a ayudar y entretener en las largas jornadas de la cuarentena más estricta: "Han funcionado desde el minuto uno, mostrando una gran entrega y ganas de hacer más llevadero el día a día de las usuarias".
El Centro de Concepción Jerónima ha vuelto a abrir sus puertas y Sara ha vuelto a dedicar su día a día a él, pero, como dice ella misma, "parte de nuestro corazón se queda en CEDIA. Nos quedamos con todo lo positivo de esta experiencia que Cáritas nos ha podido ofrecer, no solo a nosotras, sino a muchas trabajadoras que han modificado sus tareas y que seguro eso les ha permitido vivir y aprender una experiencia diferente como la nuestra".