EL CAMINO DE LAS BIENAVENTURANZAS REQUIERE DE PACIENCIA, ESFUERZO Y ENTREGA
Cáritas Madrid 13 de Febrero de 2022La primera de las bienaventuranzas es la que hace referencia a las personas pobres, como personas que serán recompensadas, de quienes será el Reino de los Cielos. Así lo entiende la acción social de la Iglesia que representa Cáritas Madrid: acompañar a las personas más vulnerables para que tengan la oportunidad de ser felices, para que encuentren esperanza en situaciones de injusticia.
Esta semana el cardenal Carlos Osoro nos invitaba a mirar dentro de nosotros mismos para encontrar la Verdad. Pero esa conversión profunda de uno mismo ha de hacerse mirando a la humanidad de la que formamos parte. Debemos estar y compartir con quienes nos necesitan y debemos prescindir de lo que no necesitamos para ir hacia el camino de la salvación, la dignidad y la justicia; como nos dicen las bienaventuranzas que se recogen en la lectura de este Sexto Domingo del Tiempo Ordinario (Lc 6, 17. 20-26).
Los caminos que nos indican las bienaventuranzas de salvación y de felicidad no se plantean como algo fácil. Requieren, como todas las cosas importantes, de paciencia, esfuerzo y entrega incondicional. Darnos sin esperar nada a cambio, y recibir agradeciendo, como nos los recuerda la Madre Teresa de Calcuta cuando dice “Bienaventurados los que dan sin recordar y los que reciben sin olvidar".
La primera de las bienaventuranzas es la que hace referencia a las personas pobres, como personas que serán recompensadas, de quienes será el Reino de los Cielos. Así lo entiende la acción social de la Iglesia que representa Cáritas Madrid: el acompañar a las personas más vulnerables para que tengan la oportunidad de ser felices, para que encuentren esperanza en situaciones adversas. También es necesario que actuemos como comunidad, unidos ante las injusticias, tendiendo manos y evangelizando con actos – como nos recuerda el día de Manos Unidas que hoy celebramos-.
Y además para acompañar a las personas en situación de pobreza es necesario que ‘seamos pobres’, que no centremos nuestra seguridad en las cosas materiales; es decir, que nos desprendamos de las cosas más insignificantes que no nos harán felices, porque cuando una persona se siente satisfecho de sí misma deja de ver lo verdaderamente importante, deja de ver al otro.
Reflexionemos
¿Cómo nos afecta el hambre en el mundo? ¿Cómo nos implamos?
¿Cómo podemos ser sensibles a las situaciones de vulnerabilidad que nos rodean?
¿Cómo podemos usar adecuadamente los bienes de la tierra?
«Bienaventurados los pobres en el espíritu,
porque de ellos es el reino de los cielos.
Bienaventurados los mansos,
porque ellos heredarán la tierra.
Bienaventurados los que lloran,
porque ellos serán consolados.
Bienaventurados los que tienen hambre y sed de la justicia, porque ellos quedarán saciados.
Bienaventurados los misericordiosos,
porque ellos alcanzarán misericordia.
Bienaventurados los limpios de corazón,
porque ellos verán a Dios.
Bienaventurados los que trabajan por la paz,
porque ellos serán llamados hijos de Dios.
Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia,
porque de ellos es el reino de los cielos.
Bienaventurados vosotros cuando os insulten y os persigan y os calumnien de cualquier modo por mi causa.
Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en el cielo».