El aire de septiembre arrastra tras de sí el problema de la vivienda

15 de Septiembre de 2025

Luis agradece el aire que se cuela por la ventana esta mañana de septiembre, pese a que junto al aire se cuele también el ruido del alboroto de niñas y niños del barrio que comienzan el curso. “No tendré que encender el ventilador”, piensa. La ola de calor en el barrio de Vallecas ha sido insufrible. Para Luis, que hace más de un año perdió su empleo, encender el ventilador es más que el gesto de pulsar un botón. Es la preocupación de esperar la factura de la luz que, o bien pagará a duras penas, o bien no podrá pagar, igual que el recibo de su hipoteca.

Abajo, en la calle, Camila es una de las madres que lleva a sus hijos al colegio. También a ella se le acumulan los recibos y las preocupaciones. En los últimos seis meses, lo único que ha conseguido son trabajos esporádicos —por supuesto en economía sumergida—, cuidando a una señora o de limpieza. Arrastra hasta la puerta del colegio la pesada carga de la maleta de su hija Claudia, mientras arrastra otras cargas: la del coste del material escolar que debe pagar a plazos y el alquiler de este mes de la habitación donde vive con sus dos hijos, Claudia de seis años y Tiago de diez.

Estos dos vecinos de Vallecas son una representación de las cientos de familias que se atienden desde Cáritas Vicaría IV, donde llegan a diario, sea verano u otoño. Buscan soluciones a su precaria situación socioeconómica, casi siempre relacionada con los problemas de vivienda. Hablamos de que el 64 % de las ayudas que se dan, en concreto en la zona sureste de la región, van dirigidas al pago de vivienda. Y más llamativo aún: el 80 % de estas ayudas es para hacer frente al alquiler, no de una casa, sino de habitaciones.

La vivienda se ha convertido en un lujo en Madrid, y el empleo en un medio para subsistir. En Cáritas Madrid trabajamos para que estas cargas no arrastren tras de sí la dignidad de las personas.

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