El actual momento migratorio, puntos críticos y retos

6 de Septiembre de 2023

Los equipos de la Vicaria de lo social de la Archidiócesis de Madrid (Vicaria episcopal para el Desarrollo Humano Integral y la Innovación) y otras entidades diocesanas, han reflexionado acerca del actual momento migratorio, para valorar los puntos críticos y retos.

Se ha abordado en primer lugar, la realidad actual de la migración en Madrid. Hablamos de una realidad que aumenta, cada vez hay más personas migrantes, lo que supone afrontar dinamismos y perfiles cambiantes, que en nuestra diócesis se concreta en la situación de extraordinaria vulnerabilidad de miles de personas extranjeras en situación administrativa irregular.

Como Iglesia de Madrid y comunidad cristiana, entendemos que, como era el mandato de Jesús, es necesario estar al lado de quienes más nos necesitan. En este caso concreto, de las personas migrantes, que no son un problema, sino que tienen un problema; de ahí que en el último año las familias atendidas se hayan incrementado un 22% y que las acogidas parroquiales hayan apoyado a más de 42.215 familias.

Esta valoración incluye también un análisis de la actitud y respuesta ante la migración de la sociedad, de las administraciones políticas y de la Iglesia. Con respecto a esta última, la Iglesia apuesta, entre otras medidas, en crear proyectos junto a entidades y organizaciones -promovidas desde la diócesis o desde otras realidades civiles o eclesiales- para cubrir los muchos aspectos en que las personas migrantes necesitan una mano para su integración en nuestra sociedad madrileña.

En segundo lugar, se aborda cuál es la visión bíblica y eclesial de la migración. Así por ejemplo se apela a no ver al migrante “como una mercancía o una mera fuerza laboral” y al deber de la hospitalidad (Populorum progressio 67) por razones humanitarias, y de estricta justicia y legalidad en materia de asilo y refugio, evita repetir el “los suyos no le recibieron” (Jn 1,11). Ya en 2015 el cardenal Carlos Osoro publicó un documento programático con ocasión de la creación de la Mesa por la Hospitalidad (ver “Fui forastero y me acogisteis (Mt 25,35): compartir para multiplicar”).

Y acaban con una larga propuesta de acciones y planteamientos a realizar en cuando a las necesidades, capacidades y derechos de nuestros hermanos migrantes. Destacamos algunas:

  • Dar respuestas eficaces que cubran necesidades (al menos información útil, orientación, acompañamiento, cuando sea posible ayudas económicas, formación, acceso a recursos…)
  • Dar prioridad en los espacios formativos y de capacitación a las personas que están sin papeles.
  • Estudiar la viabilidad de dar cursos a “sin papeles” que, el día de mañana y cuando se tuvieran los “papeles”, pudieran ser reconocidos oficial y académicamente.
  • La necesidad de una atención especializada y competente.
  • Ver la posibilidad de empezar a reclamar indemnizaciones por mal funcionamiento del servicio público con pleitos estratégicos.
  • A la Mesa por la Hospitalidad habría que pedirle nuevos pasos retomando la mesa técnica.
  • La población migrante encarcelada y sus familias necesitarán ser asistidos con el peculio correspondiente.
  • La actuación preventiva con jóvenes presionados por bandas, generando espacios de encuentro e integración en todos los niveles.
  • Ser muy sensibles a sus potenciales de espiritualidad.
  • Ser acogedoras e integradoras, ofreciendo a quien llega todas las posibilidades religiosas y humanas que se ofertan.
  • Hay que ir al relato de la normalidad, de lo cotidiano, de “esperábamos trabajadores, vinieron personas, queremos vecinos”. Se trata de desmontar estereotipos y rumores, difundiendo mensajes positivos y mostrando buenas prácticas.
  • Estar atentos a lo que se vaya planteando en relación con los Corredores de la Hospitalidad y la Mesa del Mundo Rural y ver qué podemos hacer en Madrid.
  • Rentabilizar el Observatorio de la Realidad de Cáritas que nos permita tener un seguimiento actualizado de la realidad migratoria en general y en nuestra diócesis en particular.
  • Implementar la presencia del tema migratorio en la Escuela de Evangelización.
  • Hay que retomar la Mesa por la Vivienda digna.
  • Adelantarnos ya a las inminentes dificultades que se le plantean a y riquezas específicas que puede ofrecer la “segunda generación”.
  • Estudiar las posibilidades de contacto con las Iglesias de los países de origen, de cara a que ayudaran allí a “preparar”, en muchos aspectos, la futura migración de sus cristianos.
  • Añadir un acompañamiento mucho más comprehensivo e integrador social.
  • Que los Círculos de Silencio sean una acción común a todas las diócesis.
  • La acogida tiene que ser, literalmente, un encuentro donde la persona se sienta realmente acogida.
  • Visibilizar que no estamos primando a un sector de población vulnerable (la extranjera) por numéricamente importante que sea, en detrimento de otra (la autóctona).
  • Difundir el Prontuario.
  • Crear un equipo capaz de dar respuestas ágiles -o sumarse a las que surjan- en cuestiones de incidencia pública.
  • Atención al problema de las solicitudes de asilo o refugio que se deniegan.
  • Hay que seguir-mejorar-replantear la incidencia sociopolítica.
  • Mejorar en la capacidad de “intersección” con entidades civiles (también en las parroquias y los barrios) y con los servicios sociales cercanos a cada comunidad.
  • Hay que formar y, por supuesto, “empujar” sobre el derecho que tiene toda persona a ser empadronada y dónde puede serlo.
  • Valorar hasta qué punto deberíamos denunciar la existencia de ofertas de trabajo en la economía sumergida, ante la paradoja de que esos trabajos denunciables son, precisamente, los que sustentan a no pocas personas y familias migrantes.
  • Ver cómo formar a los posibles empleadores sobre asuntos como el llamado “precontrato laboral”.
  • Las parroquias tienen que convertirse en espacios de concienciación no sólo genérica sino sobre cosas concretas como, por ejemplo, la incompatibilidad de ser cristiano y lucrarse de manera desmedida con el alquiler de la vivienda (o de sus habitaciones) o mal pagar al personal que atiende a nuestros mayores o realiza tareas domésticas.

En la puesta en marcha de todas estas acciones deben implicarse la Delegación para la Pastoral de la Movilidad Humana y Cáritas Diocesana. Así como, en su nivel, la Mesa por la Hospitalidad. Hay que trabajar de manera coordinada y programada.

Estas conclusiones -ampliadas- se recogen en el documento “Actual momento migratorio” que puede descargarse aquí.

Puede consultarse también sobre migración aquí.

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