Dos abuelas, un abuelo y veintiún nietos
30 de Julio de 2024Por María José Álvarez López
El 26 de julio celebrábamos la festividad de San Joaquín y Santa Ana, padres de la Virgen María y patronos de los abuelos. Hemos compartido con tres personas voluntarias de Cáritas Madrid sus planes de verano con los nietos para saber lo que más disfrutan y lo que menos les gusta de las vacaciones estivales compartidas.
Le preguntamos a Begoña que trabaja en Coordinación del Voluntariado y tiene una nieta, Ítaca, de 13 años; a Pilar, voluntaria de Hoja de Caridad y abuela de dos mellizos, Adrián y Daniela, de 14 años; y al abuelo de la dinastía más numerosa, Pepe, voluntario de Servicios Centrales en temas de ahorro energético, con dieciocho nietos de entre 7 y 27 años.
Begoña tiene ganas de verano, de estar disponible para Ítaca, de escucharla y hacer lo que surja o les apetezca; disfruta aprendiendo de ella, descubriendo otra manera de ver las cosas. Pilar sin embargo no espera el verano con impaciencia, le encanta la belleza y la alegría del estío, pero es de gustos sencillos y reconoce que disfruta de lo que le gusta durante todo el año. Pepe ve habitualmente a los nietos, quince viven cerca de su casa y se visitan con frecuencia, pero durante el verano le gusta variar el ritmo de vida e ir a un sitio de no mucho calor a “hacer familia”.
A Begoña le preocupa proponerle a Ítaca actividades que le gusten, buscar formas de conectar... “aunque luego descubro que es ella la que me da pistas cuando estoy atenta; ando emocionada con una carta preciosa que me escribió por mi cumpleaños”. A Pilar le inquietan más los dos perros que le deja su hijo cuando viaja: “Un bóxer precioso, la otra una bodeguera andaluza abandonada, se llama Oli, este hijo mío decidió adoptarla y encasquetársela a su mami, ¡qué no haremos por los hijos!”. Los nietos de Pepe son más mayores y muy activos: “Es un disfrute que quieran pasar un tiempo con los abuelos y con los primos. Nosotros somos unos mandados y vamos donde nos llevan”.
Les pregunto si en verano son más permisivos o más estrictos con sus nietos, si creen que a los nietos hay que mimarlos más que educarlos, que para eso ya están los padres. Begoña considera que hay que poner límites y educar asumiendo que ella no es la madre. “Vale más cuidarme yo de ser coherente con lo que creo y pienso que dar muchos consejos y órdenes”. Pilar reconoce que durante el verano es un poco más permisiva con los niños: "Me gusta mimar a mis nietos, pero también hay que educarlos; ellos miden y saben lo que pueden hacer; ¡ya tienen 14 años! Su padre me dice algunas veces 'a nosotros no nos consentías eso'”. Pepe dice que no, que mimarlos no es maleducarlos, que los abuelos contribuyen a la educación de los nietos, dándoles todo el cariño posible “porque hay mimos educadores, los que transmiten cariño e ilusión, no los que refuerzan aspectos negativos”.
Para terminar, les pregunto si sus nietos conocen el trabajo que realizan en Cáritas Madrid, si les han explicado su labor de voluntariado y si les preguntan o muestran interés por ella. Begoña dice que Ítaca le ha dicho alguna vez que quiere hacer voluntariado: “Ahora, después de participar en una colonia de verano, se interesa por ser monitora... ahí vamos descubriendo este mundo, lo que sí sé es que tiene un gran corazón y una enorme sensibilidad”. Los nietos de Pilar saben que su abuela es voluntaria en Cáritas; les enseña la Hoja de Caridad que publica ABC mientras les explica cómo de difícil es la vida para algunas personas: “Tienen interés en conocer por qué soy voluntaria. Les digo que porque soy católica y desde mi fe siento que debo ayudar a construir una sociedad mejor, amar y acompañar a mis hermanos”. Pepe les explica su labor con toda naturalidad; el tema sale en las conversaciones con sus nietos, que se interesan por su actividad, por los detalles, por su evolución; "mi mujer y yo llevamos 40 años con voluntariado en distintas actividades y, por tanto, mis nietos lo ven como lo más natural, como una cosa más de nuestra vida”.
Begoña, Pilar y Pepe, tres orgullosos abuelos confirman que en verano, como en cualquier estación del año, los nietos causan alegría por el solo hecho de existir.