La cruz de Nativitat, un sacramento de amor a su vocación
2 de Octubre de 2024Hay una cruz que nos habla de una llamada a servir a Dios, al que no dudó en "decirle que sí". Así lo sintió Nativitat, religiosa. La suya fue una llamada tardía, dice, pues se hizo monja con 30 años, pero ha tenido "tiempo de todo, de estudiar, de trabajar y de mirar a mi alrededor para ver quiénes necesitaban ayuda". Ella nació en Barcelona, de donde guarda muchos recuerdos. De ahí se trasladó a Madrid. Ha vivido, como le evoca ese crucifijo, "de una manera sencilla". Ha servido, desde el punto de vista religioso con su fe y oración, y desde el punto de vista social, trabajando en la enfermería de un hospital.
Nativitat tiene 90 años, pero hace nuevas las cosas que mira gracias a su sonrisa tierna y a sus vivaces ojos. Lee cada día el periódico, da un paseo, y siempre tiene presente el motivo que le lleva a adornar su cuello con un crucifijo.
La cruz es un sacramento de amor a su vocación, a su entrega diaria al servicio de Jesús. Se lo recuerda a ella y a las personas con las que convive en la residencia, con quienes comparte la fe que transmite el crucifijo que nos enseña. "Estoy contenta, he escogido un buen sitio".