Corpus Christi. Día de Caridad
Cáritas Madrid 2 de Junio de 2018Lecturas del Corpus Christi: Éx 24, 3-8; Sal 115; Heb 9, 11-15; Mc 14, 12-16.22-26
Lecturas del Corpus Christi: Éx 24, 3-8; Sal 115; Heb 9, 11-15; Mc 14, 12-16.22-26.
Cáritas Madrid. 3 de junio de 2018.- Celebrar la festividad del Corpus Christi es vivenciar diversos acuerdos realizados entre Dios y sus pueblo a lo largo de la historia. Hoy es fiesta grande. Es la fiesta del Corpus. Es la fiesta de la fraternidad. Es la fiesta de la mesa, del pan partido para todos, es la fiesta del compartir, es la fiesta en que Cristo, una vez más, se da. Es por lo mismo el día de la Caridad. Es que la mesa en que el Seño se parte y comparte no se puede separar de la vida en caridad, y para que quede más claro, del trabajo por la justicia y la caridad.
Celebramos hoy el día del Corpus, o lo que es lo mismo: la presencia de Cristo en la comunidad cristiana: en los creyentes. La eucaristía es la mesa del Señor a la que están especialmente invitados las personas más necesitadas. Y esto es así porque Jesús se sentó a comer con los pobres, con los recaudadores de impuestos, con enfermos, extranjeros, mujeres, niños: Cristo vivió con los desheredados de la sociedad.
Cáritas nos invita a vivir este día con una opción clara: comprometernos a seguir la obra de Jesús. Nos llama a comprometernos; a estar en disposición de servir a Jesús y a los hermanos. Nos dice que hay, todavía, muchas cosas que mejorar en el mundo. Su lema "Tu compromiso mejora el mundo" recoge un deseo: configurar nuestras vidas al estilo de Jesús. Nuestro compromiso no se mide por horarios o ganancias. Nuestra referencia es la persona de Jesús de Nazaret.
El compromiso que nos propone Cáritas es una vocación. Jesús fue un agente de transformación, diríamos con palabras actuales. Él nos invitó a seguirle, a ser sus discípulos. También a "haced lo mismo". Nuestra vocación cristiana nos llama hoy a mejorar el mundo. Es decir, a cambiar corazones y personas, estructuras colectividades para que la fraternidad del pan compartido sea una realidad. Es necesario alimentar nuestra vocación en la oración, con la reflexión y meditación, y sobre todo en la participación en la eucaristía.
En este día reflexionamos sobre nuestro compromiso personal:
1.- Revisamos la coherencia del compromiso con nosotros mismos, con nuestros valores, con nuestra fe en Jesús.
2.- Revisamos nuestro compromiso con las personas de nuestro alrededor para generar nuevos vínculos y alimentar la concienca de misión.
3.- El compromiso requiere cuestionamiento y un discernimiento responsable y maduro: desde dónde, con quién, hacia dónde, para qué, de qué manera... y con criterios claros. ¿Lo vivimos así?