El Informe FOESSA refleja la grave desigualdad existente en la Comunidad de Madrid

9 de Diciembre de 2025

En la Comunidad de Madrid, 1,3 millones de personas —el 19,6 % de la población—, se enfrentan a algún grado de exclusión social. Así se recoge en el Informe sobre exclusión y desarrollo social en la Comunidad de Madrid, que forma parte del Informe FOESSA 2024. Este informe ha sido elaborado por 140 investigadores de 51 universidades y se apoya tanto en datos oficiales como en una encuesta a domicilio a más de 12000 hogares.

Aunque la exclusión ha descendido un 2,5 % respecto a 2021, la región no ha recuperado la situación previa a la pandemia: hay 230000 personas más en exclusión que en 2018. A pesar del crecimiento económico de los últimos años, los niveles de exclusión social son peores que hace seis años.

La vivienda tiene un papel clave en la desigualdad y la exclusión  

La crisis habitacional afecta a una parte creciente de la población madrileña. Más de la mitad de los hogares en régimen de alquiler destinan a los gastos de vivienda más del 30 % de su presupuesto mensual. Uno de cada seis hogares (390000), una vez pagados los gastos básicos, cae por debajo del umbral de la pobreza severa. Crece la proporción de población que puede permitirse una segunda vivienda o que la hereda, a la vez que cada vez hay menos personas que pueden comprar su residencia principal. La vivienda es un factor que está cobrando cada vez más peso en las dinámicas de exclusión social.

Trabajar ya no garantiza la integración social   

Madrid es la comunidad autónoma donde más ha crecido el empleo. Desde 2018, el número de personas ocupadas ha aumentado un 15 % y la tasa de paro ha descendido al 9 %. Y, sin embargo, la exclusión persiste. El estancamiento de los salarios reales, la escalada del precio de la vivienda y la precariedad laboral hacen que personas que están trabajando se vean afectadas por situaciones de exclusión.

Menores, migrantes y hogares monoparentales: los rostros de la exclusión  

La población menor de 18 años, las personas migrantes y los hogares monoparentales presentan tasas de exclusión muy superiores a la media regional.  El 27 % de las personas menores de 18 años está en exclusión, una cifra que triplica la de las personas mayores de 65 años. Los hogares monoparentales (85 % encabezados por mujeres) tienen una tasa de exclusión del 39,9 %, 20 puntos por encima de la tasa de la comunidad autónoma. En el caso de las personas migrantes, el 45 % están en situación de exclusión, triplicando la tasa de la población española. Es un dato muy relevante considerando que en Madrid casi una de cada tres personas tiene su origen fuera de España.

Desigualdad en el derecho a la salud  

A pesar de importantes mejoras en el ámbito de la salud respecto a 2021 —cuando Madrid se vio muy afectada por la pandemia—, persiste la desigualdad en el acceso a la salud en algunos ámbitos: un 6 % de la población no puede permitirse una terapia psicológica; un 20 %, tratamientos odontológicos; y el 13 %, el gasto de medicinas o tratamientos. El porcentaje de personas que combinan un seguro privado con la sanidad pública ha pasado del 2 % al 15 % desde 2018.   

De retos a responsabilidades 

El Informe nos muestra una Comunidad de Madrid con una fuerte polarización. Hay más personas sin ningún problema de exclusión que en el conjunto de España y, al mismo tiempo, más exclusión social severa. Los datos del Informe nos recuerdan que la pobreza se hereda y que hay niños que tienen la mitad de probabilidad que otros de ir a la universidad o de vivir sin sufrir situaciones de exclusión.   Los datos reflejados en el Informe deben llevarnos a reflexionar sobre qué sociedad y qué futuro estamos construyendo. Corremos el riesgo de normalizar la exclusión o de aceptar como inevitable un modelo de sociedad que está limitando las oportunidades de desarrollo de muchas personas. Detrás de estos datos, hay muchos nombres, historias y proyectos vitales. Necesariamente tenemos que preguntarnos: ¿qué vamos a hacer para mejorar esta realidad? En función de cómo respondamos individualmente, y como sociedad, a esta pregunta, el futuro puede ser muy diferente.  

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