Celebrar la Navidad es construir Casa Común

Cáritas Madrid 14 de Diciembre de 2016

Presentación de la Campaña de Navidad en los arciprestazgos de Santísima Trinidad y Espíritu Santo

Presentación de la Campaña de Navidad en los arciprestazgos de Santísima Trinidad y Espíritu Santo.

 

Cáritas Madrid. 14 de diciembre de 2016.- En la tarde luminosa del 12 de Diciembre,  en el salón de la parroquia de San Alejandro, con rastrillo incluido, nos reunimos 42 personas voluntarias y un sacerdote, de los Arciprestazgos de Stma. Trinidad y Espíritu Santo.

 

Tras los abrazos iniciales, José Luis nos dio la bienvenida a este encuentro y Pepe nos introdujo a una breve meditación.

 

A continuación pudimos adentrarnos en cómo uno de los distintivos de las primeras comunidades cristianas era que compartían lo que tenían y cómo este "sueño" universal tiene su raíz en las Escrituras, expresado a través de la visión de Isaías en las lecturas de Adviento y en las de los Hechos.


Vamos a celebrar la Navidad pero mientras, caminamos por el Adviento. Tiempo de espera no pasiva, de desierto, de silencio, de discernimiento. Tiempo, por tanto, de despertar de la ensoñación de lo que llamamos  “realidad actual”. Tratar de ver más allá de lo que nuestros ojos miran, encontrar razones profundas a lo que superficialmente acontece, detenerse a observar, analizar con capacidad crítica y contrastar con el Evangelio. Porque las lecturas nos hablan de utopía: “de las espadas forjarán arados y de las lanzas podaderas”; “habitará el lobo con el cordero, el novillo y el león pacerán juntos; “ se despegarán los ojos del ciego, los oídos del sordo se abrirán, saltará como un ciervo el cojo y la lengua del mudo cantará”. Porque el Reino de Dios es utopía pero “La utopía está en el horizonte. Camino dos pasos y ella se aleja dos pasos y el horizonte se corre pasos más allá. Entonces, para qué sirve la utopía?. Para eso, sirve para caminar”


Impulsados por la Palabra no pusimos a revisar el estado de nuestra casa, desde los cimientos hasta la sostenibilidad. Nos apoyamos en análisis de la realidad demoledores: el 1% más rico de la población mundial posee más riqueza que el 99% restante de las personas del planeta o aún peor, las 62 personas más ricas acumulan tanta riqueza como los 3500 millones más pobres o cómo el entramado mundial de paraísos fiscales permite que una minoría privilegiada oculte en ellos 7,6 billones de dólares.


Nos dejamos iluminar por las palabras del Papa Francisco: hoy tenemos que decir ‘no a una economía de la exclusión y la inequidad’. Esa economía mata.”   (EG, 53) o la DSI: “Todos somos responsables de todos” (SRS, 38). Así llegamos hasta el cuidado de la casa común donde recapacitamos sabiendo que si todo el planeta viviera como el español medio harían falta 2,5 planetas como el actual y si lo hiciéramos como del americano medio, 4,5. O que los 3600 millones de personas más pobres generan solo el 10% de las emisiones y que se estima que en los próximos 50 años entre 250-1000 millones de personas se verán obligadas a dejar su hogar por el cambio climático.


Sabiendo que las cosas no van a cambiar por si solas porque hay intereses muy poderosos para que continúen así, reflexionamos sobre qué podemos hacer nosotros, qué llaves podemos abrir para proponer mejoras en la vivienda común: más justicia, contribuir a paliar el hambre, revisar nuestros prejuicios, tender puentes...


No solo compete a las instituciones, los cristianos estamos llamados a instaurar el Reino de Dios en la Tierra. Porque nos sentimos interpelados por la alegría del Evangelio, nos sentimos impulsados a compartirlo con todos los demás, sin excepción, pero especialmente con quienes más lo necesitan, para finalmente compartirlo en la mesa de la eucaristía. Sin las dos primeras no tiene sentido la tercera.


Revisamos los materiales de campaña pidiendo ilusión e innovación para hacer llegar el mensaje a las parroquias y tras rezar juntos pidiendo fuerzas para la transformación, pasamos al salón adjunto donde unas bebidas, café y dulces, preparados con tanto cariño por los voluntarios de San Alejandro, nos permitieron charlar, desearnos feliz Navidad y sentir el calor de la comunidad cristiana

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