Carta de nuestro Cardenal, con motivo de la Campaña de Caridad 2013

Cáritas Madrid 21 de Mayo de 2013

Queridos hermanos y hermanas en el Señor:

 
En la Solemnidad del Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo, en la que todos adoramos y cantamos al Amor de los Amores, la Iglesia celebra el Día de Caridad.

 
Jesucristo muriendo en la cruz, entregándose para dar nueva vida al hombre y salvarlo, nos da el ejemplo más claro de amor verdadero. Ha perpetuado este acto de entrega mediante la institución de la Eucaristía durante la Última Cena.

“En la Comunión Sacramental yo quedo unido al Señor como todos los demás que comulgan: «el pan es uno, y así nosotros, aunque somos muchos, formamos un solo cuerpo, porque comemos todos del mismo pan» (1 Cor. 10,17). La unión con Cristo es al mismo tiempo unión con todos los demás a los que Cristo se entrega. No puedo tener a Cristo sólo para mí; únicamente puedo pertenecerle en unión con todos los que son suyos o lo serán. La Comunión me hace salir de mí mismo para ir hacia Él, y por tanto, también hacia la unidad con todos los cristianos” (Benedicto XVI, Deus Caritas est 14).

 

Cuando el corazón humano se encuentra con Dios, se encuentra con Aquél que desde siempre ha estado buscando; descubre que vivir la voluntad de Dios es lo más grande que en cada momento puede llevar a cabo; en esto consiste la vida plena a la que los hombres estamos llamados. Con Dios puedo vivir lo imposible, y amar también a las personas que no me agradan o que ni siquiera conozco. “Entonces aprendo a mirar a esa otra persona no sólo con mis ojos y sentimientos, sino desde la perspectiva de Jesucristo. Al verlo con los ojos de Cristo, puedo dar al otro mucho más que cosas externas necesarias: puedo ofrecerle la mirada de amor que él necesita” (Benedicto XVI, Deus Caritas est 18).

 

El Amor de Dios, que vivimos y celebramos en la Eucaristía, es la fuente y el origen del Amor al prójimo, y poder amarle como Él le ama. Pero también el “amor al prójimo es un camino para encontrar a Dios y que cerrar los ojos ante el prójimo nos convierte también en ciegos ante Dios” (Benedicto XVI, Deus Caritas est 16).

 

En este Año de la Fe y que en nuestra archidiócesis, sintiendo el sufrimiento y el dolor de tantos corazones rotos de muchos de nuestros conciudadanos, estamos llevando a cabo la Misión-Madrid, recordamos que la mayor obra de Caridad es precisamente la evangelización. El mayor bien que podemos ofrecer al prójimo es compartir el “pan” de la Palabra de Dios, hacerle participe de la Buena Nueva del Evangelio, para que pueda relacionarse con Dios. La evangelización es la promoción más alta e integral de la persona humana. Pablo VI en su Carta Encíclica Populorum Progressio (16) nos decía: “El anuncio de Cristo es el primer y principal factor de desarrollo” y también Benedicto XVI: “La verdad originaria del Amor de Dios por nosotros, vivida y anunciada, abre nuestra existencia a aceptar este amor haciendo posible el desarrollo integral de la humanidad y de cada hombre” (Benedicto XVI, Caritas in Veritate 8).

 

Hace ya varios años que estamos inmersos en una grave situación que afecta a tantas personas y familias. Esta situación tan frustrante y dolorosa nos afecta fuertemente. También nosotros sufrimos y nos unimos al dolor de tantas personas heridas y frustradas. Por ello, junto al cordial agradecimiento a tantas personas que, viendo las dificultades de todos los golpeados por la crisis, se dedican a amar y a servir, acompañando y atendiendo a los mas necesitados, pido a todos que atendamos a los más necesitados, que os dejéis guiar por la fe que actúa por el amor, pues “nos apremia el amor de Cristo” (2 Cor. 5,14). La conciencia de que en Él, Dios mismo se ha entregado por nosotros hasta la muerte, tiene que llevarnos a vivir no ya para nosotros mismos, sino para Él y con Él, para los demás.

 

Este modo de vivir, amando y sirviendo, es vivir en plenitud, que sólo podemos conseguir sintiéndonos amados por Dios. Cristo es “el Camino, la Verdad y la Vida” (Jn. 14,6), y es en Él y con Él de quien recibiremos la fuerza, hecha caridad. Sin la caridad, que es generosidad sincera, servicio desinteresado y austeridad, será imposible introducir los cambios necesarios en el estilo de vida y en las costumbres sociales que han originado la crisis y que seguirán siempre amenazantes.

 

Que Santa María nuestra Madre nos lleve de la mano al encuentro de su Hijo, que viviendo con Él, su amor llegue a nuestros corazones y nos dé fuerza para amar como Él nos ama, sirviendo y consolando a los que sufren, y construyendo un mundo nuevo y distinto, donde el Amor de Dios sea la fuerza transformadora de la vida en nuestra sociedad.

 

Con todo mi afecto y bendición,

 

Antonio Mª Rouco Varela, Cardenal-Arzobispo de Madrid

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