Cañada Real, una "fábrica" de respeto por la diversidad cultural

Cáritas Madrid 28 de Mayo de 2019

Verbalizar las cosas que nos unen como ciudadanos, conocer la riqueza de cada cultura y conciernciarse de que creciendo juntos de la mano se consigue un mundo mejor. Esto es lo que aprendieron los menores en el Día de la Diversidad Cultural en La Fábrica, el centro de atención socioeducativa para familias de Cáritas Diocesana de Madrid en la Cañada Real.

Verbalizar las cosas que nos unen como ciudadanos, conocer la riqueza de cada cultura y conciernciarse de que creciendo juntos de la mano se consigue un mundo mejor. Esto es lo que aprendieron los menores en el Día de la Diversidad Cultural en La Fábrica, el centro de atención socioeducativa para familias de Cáritas Diocesana de Madrid en la Cañada Real.


Cáritas Madrid. 28 de mayo de 2019.- Profundizar en los valores de la diversidad cultural para aprender a vivir mejor juntos. Con este objetivo, la UNESCO llama desde hace dieciocho años a celebrar el Día Mundial de la Diversidad Cultural para el Diálogo y el Desarrollo, una jornada que se celebró con varias actividades en La Fábrica, el centro de acompañamiento a las familias de Cañada Real en el que se realiza una atención socio-educativa dirigida a menores, jóvenes y adultos de las diferentes culturas que cada día conviven en este asentamiento situado en el sureste de la ciudad, entre los municipios de Madrid (Villa de Vallecas), Coslada y Rivas-Vaciamadrid.


Los más pequeños, protagonistas del centro de Cáritas en el que cada semana también acuden vecinos de Cañada de todas las edades, realizaron varias actividades dirigidas a poner en valor y fomentar el respeto por la diversidad cultural. Para ello, verbalizaron las cosas que nos unen como ciudadanos, señalaron la riqueza de cada cultura y se concienciaron que creciendo juntos de la mano se consigue un mundo mejor. Los niños y niñas prepararon además por aulas una breve presentación para todos sus compañeros explicando qué entendían por diversidad cultural.  Éste es uno de los resultados:


“Hemos hecho un árbol pegando nuestras manos. Son de diferentes colores porque representan que, aunque somos de diferentes culturas, todos somos personas. Todos crecemos de las mismas raíces.  Necesitamos que el árbol tenga muchas manos para hacer un mundo mejor porque si se cae una mano o una hoja de nuestro árbol ya no seremos tan fuertes.

Si tú eres de un país y yo de otro tampoco significa que no tengamos qué hablar. Su tú eres de un equipo de fútbol y yo soy de otro no significa que no podamos jugar.

Juntos conseguiremos un mundo mejor, en el que los derechos se cumplan. Y que la diversidad cultural nos haga aprender de los demás.


Para terminar, todos los  niños pintaron (dejando su propia huella) y decoraron un muro del centro en el que desde el 21 de mayo puede  leerse "El mundo puede cambiar...".



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