Cada uno de nosotros, estamos llamados a ser (no sólo colocar) un ladrillo de este hogar
Cáritas Madrid 30 de Noviembre de 2017Testimonio de Helena, voluntaria del proyecto de personas sin hogar de Cáritas Madrid, tras la celebración del encuentro que tuvieron los voluntarios sobre su labor
Testimonio de Helena, voluntaria del proyecto de personas sin hogar de Cáritas Madrid, tras la celebración del encuentro que tuvieron los voluntarios sobre su labor.
Cáritas Madrid. 30 de noviembre de 2017.- En la último encuentro de voluntarios de CEDIA, del proyecto de personas sin hogar de Cáritas dedicamos una mañana enterita para encontrarnos, conocernos y reconocernos. Al día siguiente, escuché decir a un alma buena y generosa que ronda por CEDIA que el encuentro le parecía que marcaba un punto de inflexión en el peregrinaje de este proyecto que compartimos todos. Y pienso que sí, que tiene razón. Pero en mi opinión, no lo es porque este encuentro fuese mejor que otros, sino porque cuando varias personas se juntan una mañana con la intención, y sobre todo la ilusión, de escuchar, preguntar, dialogar, conocer, aportar, mejorar y soñar, pues muy mal se les tiene que dar la cosa para no conseguirlo. Y más, si como nos recordó nuestro querido Juan, se reúnen con la conciencia de saber que Jesús está entre ellos.
Creo que todos nosotros disfrutamos mucho con la visión que nos aportó José, el responsable del proyecto, sobre el contexto actual del sinhogarismo y sobre las peculiaridades del proyecto del que participamos. Sé que se disfrutó porque las preguntas fueron muchísimas. Las preguntas son el signo inequívoco de que algo interesa, y mucho. Me parece que también, se disfrutó porque nos dimos cuenta de lo importante que es CEDIA. Con frecuencia sucede que, bien por ignorancia, bien porque se anestesia uno y se abandona a la inercia con facilidad, nos comenzamos a hacer una idea de CEDIA que no se corresponde con la realidad: CEDIA no es una institución, CEDIA es un proyecto vivo. Creo que nos gustó también porque nos reafirmamos en que, ciertamente, no da igual que seamos voluntarios o no. Y que nos gustó porque la idea de fondo que flotaba por la sala, es que tampoco da igual qué tipo de voluntarios seamos. Pues lógicamente, si el proyecto tiene unas peculiaridades y unas necesidades, los voluntarios deben conocerlas e interaccionar con ellas.
Conocimiento y relación. Conocimos mejor qué es CEDIA y que se espera de nosotros. ¿Y qué se espera?. Muy sencillo, que participemos. Que maduremos nuestro criterio y que participemos. Interaccionamos, vaya que sí lo hicimos, y fruto del diálogo surgieron aportaciones con un único objetivo: construir un proyecto que sean lo más parecido a un hogar. Cada uno de nosotros, estamos llamados a ser (no sólo colocar) un ladrillo de ese hogar.
No he pronunciado todavía las palabras “persona sin hogar”. Mal hecho. Ellas son el centro. Que ellas nos mueven no me cabe la menor duda. Ellas se merecen, por encima de todo, nuestro respeto. Todo respeto que se precie, lo es si se traduce en acciones y propuestas concretas que revelen al otro su dignidad, y su belleza.
Una última cosa: ¡No seamos tontos y no nos dejemos pinchar el globo!. Ilusión, ilusión, ilusión…