Los 'buenos aires' del sur del Sur

11 de Junio de 2024

Una historia cotidiana de solidaridad en un barrio del sur de Madrid, entre tanta exclusión que no se justifica. Nos la cuentan desde Cáritas Vicaría IV.

La avenida de Buenos Aires, en el madrileño distrito de Puente de Vallecas, está en la periferia de la ciudad. Si ya no tanto en el sentido geográfico, sí en el social. Los procesos urbanos, como la gentrificación, la turistificación, los procesos de reforma interior de la ciudad, el desplazamiento del tejido productivo hacia las provincias colindantes… han hecho que la geografía urbana de la metrópolis madrileña se modifique, de manera que el barrio de Palomeras Bajas, en el que se ubica la avenida de Buenos Aires, ya no es periférico en sentido geográfico.

Pero si miramos los indicadores sociales, la Avenida de Buenos Aires, el barrio de Palomeras Bajas y el distrito de Puente de Vallecas son la pura periferia de la ciudad. De hecho, están a la cola en el ranking de vulnerabilidad de los barrios de la ciudad de Madrid. Estamos en el sur del sur.

Ya hemos ubicado nuestra historia en el espacio. En el tiempo, nuestra historia transcurre todos los días, de lunes a domingo, a primera hora de la mañana. Los protagonistas, cuyos nombres cambiaremos para mantener su anonimato, son Antonio, un hombre de unos sesenta años, que vive en uno soportales de la avenida de Buenos Aires; y la hermana Cristina, una religiosa ursulina, cuya comunidad vive en este barrio. El argumento de nuestra historia no es espectacular, es más bien de una sencillez y cotidianidad que le confiere un gran valor. Todas las mañanas, la hermana Cristina visita a Antonio, y le lleva un café. Y un rato de compañía y conversación. Bueno, conversación, conversación, lo que se dice conversación, la justa, porque Antonio siempre responde con monosílabos. Esto no quiere decir que no se esté construyendo un vínculo entre Antonio y la hermana Cristina. Un vínculo que permitirá a la religiosa, más adelante, también de manera sencilla y cotidiana, ofrecerle a Antonio la ayuda que le permita salir de esta situación.

El sinhogarismo, como todos los problemas sociales, es una situación. Las leyes naturales no son cuestionables. Si cogemos un lapicero, lo elevamos sobre nuestra cabeza y lo soltamos, indefectiblemente caerá al suelo debido a fuerza de la gravedad. En cambio, la pobreza, la exclusión social, son una realidad que tienen una raigambre física, no son ineludibles. La sociedad se puede organizar de manera que nadie viva en la calle. Se calcula que en España hay unas 30 000 personas sin hogar. Con una sola persona que viva en la calle, ya es un número excesivo.

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