"El que quiera venir conmigo, que renuncie a sí mismo, que cargue con su cruz y que me siga" Mc 8, 27-35

Pilar Algarate 15 de Septiembre de 2024

Lecturas del Domingo XXIV del Tiempo Ordinario: Primera lectura: Is 50, 5-9; Segunda lectura: Sant 2, 14-18; Evangelio: Mc 8, 27-35

Lectura del Evangelio según san Marcos 8, 27-35

Después Jesús y sus discípulos se dirigieron a las aldeas de Cesarea de Filipo; por el camino preguntó a sus discípulos: «¿Quién dice la gente que soy yo?». Ellos le contestaron: «Unos, Juan el Bautista; otros, Elías, y otros, uno de los profetas». Él les preguntó: «Y vosotros, ¿quién decís que soy?». Tomando la palabra Pedro le dijo: «Tú eres el Mesías». Y les conminó a que no hablaran a nadie acerca de esto. Y empezó a instruirlos: «El Hijo del hombre tiene que padecer mucho, ser reprobado por los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, ser ejecutado y resucitar a los tres días». Se lo explicaba con toda claridad. Entonces Pedro se lo llevó aparte y se puso a increparlo. Pero él se volvió y, mirando a los discípulos, increpó a Pedro: «¡Ponte detrás de mí, Satanás! ¡Tú piensas como los hombres, no como Dios!». Y llamando a la gente y a sus discípulos les dijo: «Si alguno quiere venir en pos de mí, que se niegue a sí mismo, tome su cruz y me siga. Porque, quien quiera salvar su vida, la perderá; pero el que pierda su vida por mí y por el Evangelio, la salvará.

Palabras del papa Francisco

En el pasaje evangélico Marcos 8, 27-35 vuelve la pregunta que atraviesa todo el Evangelio de Marcos: ¿Quién es Jesús?

Pero esta vez es Jesús mismo quien la hace a los discípulos, ayudándolos gradualmente a afrontar el interrogativo sobre su identidad.

El Señor quiere que sus discípulos de ayer y de hoy establezcan con Él una relación personal, y así lo acojan en el centro de sus vidas. Por este motivo los exhorta a ponerse con toda la verdad ante sí mismos y les pregunta: «Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?» (v. 29).

Jesús, hoy, nos vuelve a dirigir esta pregunta tan directa y confidencial a cada uno de nosotros: «¿Tú quién dices que soy? ¿Quién soy yo para ti?». Cada uno de nosotros está llamado a responder, en su corazón, dejándose iluminar por la luz que el Padre nos da para conocer a su Hijo Jesús. Y puede sucedernos a nosotros lo mismo que le sucedió a Pedro, y afirmar con entusiasmo: «Tú eres el Cristo».

Hermanos y hermanas, la profesión de fe en Jesucristo no puede quedarse en palabras, sino que exige una auténtica elección y gestos concretos, de una vida marcada por el amor de Dios, de una vida grande, de una vida con tanto amor al prójimo. Jesús nos dice que, para seguirle, para ser sus discípulos, se necesita negarse a uno mismo (cf. v. 34), es decir, los pretextos del propio orgullo egoísta y cargar con la cruz. Después da a todos una regla fundamental. ¿Y cuál es esta regla? «Quien quiera salvar su vida, la perderá». A menudo, en la vida, por muchos motivos, nos equivocamos de camino, buscando la felicidad solo en las cosas o en las personas a las que tratamos como cosas. Pero la felicidad la encontramos solamente cuando el amor, el verdadero, nos encuentra, nos sorprende, nos cambia. ¡El amor cambia todo! Y el amor puede cambiarnos también a nosotros, a cada uno de nosotros. Lo demuestran los testimonios de los santos.

(16 de septiembre del 2008)

Para la reflexión

-¿Quién dices tú que soy?

Jesús hace esta pregunta a sus discípulos, y Pedro responde. ¿Qué responderías tú si Jesús te hiciera esa misma pregunta hoy? ¿Cómo entiendes la identidad de Jesús en tu vida?

-El significado de "Cristo"

Pedro identifica a Jesús como el "Cristo". ¿Qué significa para ti que Jesús sea el Cristo, el Mesías, en tu vida diaria? ¿Cómo cambia eso tu relación con Él?

-El desafío de renunciar a uno mismo

Jesús dice: "El que quiera seguirme, que renuncie a sí mismo". ¿Qué aspectos de tu vida sientes que estás llamado a renunciar para seguir más de cerca a Jesús? ¿Cómo puedes entregar más de ti mismo a su voluntad?

-La paradoja de perder y ganar la vida

Jesús enseña que quien pierda su vida por Él la salvará. ¿Cómo entiendes esta paradoja en tu vida? ¿Qué aspectos de tu vida sientes que estás llamado a "perder" para ganar una vida más plena en Cristo?.

-Discernir la voluntad de Dios

Cuando Jesús predice su muerte, Pedro se opone. ¿Alguna vez has luchado por aceptar la voluntad de Dios en tu vida, como Pedro lo hizo? ¿Cómo puedes discernir mejor los planes de Dios y confiar en ellos, incluso cuando no los entiendes completamente?

Oración

Señor Jesús,

que en tu infinito amor

nos has amado,

hasta llegar al sufrimiento de la Cruz.

Nos has amado,

a pesar de nuestra resistencia

y nuestra testarudez

de dejarnos salvar por ti.

Gracias, Señor,

por no abandonar el camino de la Cruz

y salvarme.

Amén

 

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