Raquel y Alex, un ejemplo de superación: “Necesitábamos a alguien que nos ayudara a salir de una situación desesperada”

Cáritas Madrid 12 de Junio de 2019

Hace tres años, Raquel y Alex se quedaron en el paro y sin apenas ingresos para mantener a su niño. Una amiga les habló de Cáritas. Consiguieron qu el Servicio Diocesano de Empleo les concediera un crédito solidario y les ayudara a montar un plan de negocio. Hoy los dos viven tranquilos de la tapicería que montaron con la ayuda de Cáritas. “Queremos colaborar ahora como voluntarios y devolver ayudando todo lo que nos han dado”.

 

Hace tres años, Raquel y Alex se quedaron en el paro y sin apenas ingresos para mantener a su niño. Una amiga les habló de Cáritas. Consiguieron qu el Servicio Diocesano de Empleo les concediera un crédito solidario y les ayudara a montar un plan de negocio. Hoy los dos viven tranquilos de la tapicería que montaron con la ayuda de Cáritas. “Queremos colaborar ahora como voluntarios y devolver ayudando todo lo que nos han dado”.

 

Cáritas Madrid. 12 de junio de 2019.- Raquel era secretaria y Alex tapicero. Vivían más o menos tranquilos hasta que, hace unos años, la vida les puso en un aprieto de esos de los que es imposible salir sin ayuda. Raquel se quedó en el paro y Alex, que siempre había trabajado junto a su padre como tapicero, tuvo que empezar a buscarse la vida con trabajillos mal pagados cuando la crisis hizo caer en picado la actividad del negocio familiar.  

 

Raquel empezó a limpiar la escalera de su bloque. Alex trabajaba diez horas y apenas sacaba 40 euros. Seguía tapizando, pero desde su casa: un segundo sin ascensor, hasta donde subía butacas, sillas o sofás -”si cabían por la escalera”- y donde, sin recursos profesionales ni materiales, hacía los encargos que le seguían saliendo de los antiguos clientes de su padre para no perder la práctica y, sobre todo, para ingresar dinero, algo que cada día costaba más.

 

A veces, le salían encargos que casi no podía asumir porque no tenía el material. ¿Cómo comprar un cajón de grapas si te falta el dinero para comer? Y lo que era peor: su niño, que, aunque no tenía ni diez años, ya se daba cuenta perfectamente de la situación que se vivía en casa. “Necesitábamos una ayuda, un trampolín para poder empezar a vivir de nosotros mismos y dejar de machacar a mis padres, que ya no podían ayudarnos más. Estábamos metidos en un agujero del que no sabíamos cómo salir”, explica Alex.  


En esta situación “desesperada”, una amiga habló a Raquel de Cáritas Madrid. "Íbamos a misa los domingos y sabíamos que prestaban ayudas, pero me daba mucha vergüenza”, confiesa. Su amiga la acompañó hasta la Cáritas Parroquial de la zona de La Ventilla y allí recibió una acogida que asegura que no va a olvidar nunca.


El papel de los voluntarios

Raquel enumera los nombres de todas las personas que se pusieron a trabajar con ellos para buscar una solución. Quiere destacar el papel de los voluntarios que desinteresadamente les orientaron para salir de aquel agujero que les impedía dormir por las noches. A ellos se refiere como sus “ángeles de la guarda”. Y es que Cáritas Madrid no solo les proporcionó un microcrédito solidario (a interés cero) que “nos ha salvado la vida”, también les acompañó en un proceso de capacitación que ya lleva en marcha cuatro años y que les ha permitido poder vivir de su trabajo y recuperar la confianza en ellos mismos.  

Tras escuchar su historia, valorar sus necesidades y comprobar su potencial, el Servicio de Orientación e Información para el Empleo que Cáritas Diocesana de Madrid tiene para ayudar a las personas en situación de desempleo, les concedió un microcrédito por valor de 4.950 euros. Este joven matrimonio tenía claro que quería volver a vivir de la tapicería, y querían hacerlo juntos. Era un oficio en el que Alex trabajaba desde hacía 24 años y que, si conseguían montar una empresa familiar, Raquel podía ayudar a sacarla adelante con labores de administración y búsqueda de clientes. 

 

El 29 de junio: un día para el recuerdo

Cuando se acuerdan de aquel 29 de junio de 2016, día en el que les concedieron el crédico, se quedan sin palabras. Demasiada emoción para poder expresar lo que significó en sus vidas. “No lo celebramos. Nos pusimos a trabajar”, cuentan ilusionados. Alex se acuerda de que compró su primer rollo de fibra y un compresor... “Fue una locura”, resume.  

 

Pero la historia no acaba aquí. Al revés. Ese 29 de junio fue el inicio de “mucho trabajo y mucha felicidad”, aseguran. Cáritas Diocesana de Madrid no se limitó a concederles un crédito con el que además de empezar a compartir los gastos de la nave y comprar las máquinas y materiales para tapizar de manera profesional, pudieron pagar las cuotas de autónomos, un seguro, material informático y mobiliario. Además de ayudar económicamente en el lanzamiento del proyecto, los voluntarios del Servicio de Orientación e Información para el empleo les prestaron ayuda psicológica, los ayudaron en los trámites administrativos necesarios para poner en marcha una empresa y convertirse en autónomos, y los orientaron en las primeras labores financieras (pago de IVA, etc.) y de publicidad y marketing.

 

“Para nosotros era muy importante poder corresponder la ayuda que nos habían prestado y que en ninguna otra entidad nos hubieran dado. Queríamos estar a la altura de la confianza que desde el principio Cáritas puso en nosotros”, explican. Y así lo hicieron. Durante dos años, pagaron “religiosamente” la cuota mensual y cumplieron a rajatabla con el calendario, que previamente acordaron, de devolución del préstamo. A finales de 2018, Alex y Raquel ya habían devuelto el 78 % del crédito.  

 

Entonces, esta pareja tuvo que hacer frente a un nuevo contratiempo. El amigo con el que compartían la nave en la que trabajaban les anunció que la vendía. Alex solicitó un local de la Agencia de Vivienda Social de la Comunidad de Madrid y consiguió la adjudicación: una "lotería” que, en sus circunstancias, se volvió contra ellos. El local era perfecto porque estaba mucho más cerca de su vivienda y era accesible económicamente, pero estaba sin acondicionar. Necesitaban hacer una obra para convertirlo en el taller que Alex necesitaba para continuar con su oficio, que no dejaba de crecer. De nuevo necesitaban un empujón. Y Cáritas se lo proporcionó.


El futuro: ayudando

El pasado mes de febrero, Alex y Raquel recibieron un nuevo préstamo  de Autoempleo con un plan de devolución para el año 2021 y que desde Cáritas Diocesana de Madrid nadie duda que podrán devolver, como lo han hecho hasta ahora, tanto por la satisfacción de los clientes que acuden a su local de la calle Martínez Page, como por el carácter trabajador y comprometido de los dos.  


¿Cómo os veis dentro de tres años? “Trabajando y ayudando”, responde rápidamente Raquel.  "En cuanto podamos disponer de algo de tiempo, queremos colaborar con Cáritas porque, para nosotros, ha sido lo mejor que nos ha podido pasar en nuestra vida. Siento que estoy en deuda y que tengo que devolver, ayudando, la ayuda que nos habéis dado”. 

 

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