La fiesta del Bautismo del Señor

Pilar Algarate 7 de Enero de 2024

La fiesta del Bautismo del Señor, cierra el tiempo de Navidad. Desde mañana comenzaremos el Tiempo Ordinario hasta la llegada de la Cuaresma. La liturgia de hoy, por medio de las lecturas, nos va a decir quién es este Jesús adulto, que se acerca a Juan para que lo bautice.

Primera lectura: Is 42, 1-4.6-7; Salmo 28; Segunda lectura: Hch 10, 34-38; Evangelio: Mc 1, 7-11

La celebración del día de hoy nos muestra el bautismo de Jesús. Así lo escucharemos en el Evangelio. Queremos revivir nuestro propio bautismo. Revivirlo agradeciendo especialmente a nuestros padres y familiares, a la Iglesia que un día nos hicieron el regalo de la fe. Queremos también revivir nuestro bautismo para hacernos auténticos seguidores de Jesús. 

En tiempo de dificultad las personas nos preguntamos qué es lo esencial, lo importante en la vida, y para el cristiano esta pregunta nos remite a nuestro bautismo, sumergirnos en las aguas de la verdad de Jesús, hacer de nuestra vida un compromiso sincero a favor de tantos hermanos y hermanas que sufren, es vivir nuestro bautismo. Las lecturas de hoy nos invitan a reflexionar sobre nuestra condición de bautizados. El profeta nos presenta la figura del siervo del Señor que tiene una misión que cumplir ante todos los pueblos. Pedro nos dirá que Jesús no hace acepción de personas y por ello la buena noticia del Reino ha de anunciarse a toda la humanidad. Finalmente, el bautismo de jesús en el Jordán va significar su unción mesiánica, en la que el Padre le declara Hijo-Siervo-Profeta.

Palabras del papa Francisco

Después de estos treinta años de vida escondida empieza la vida pública de Jesús. Y empieza precisamente con el bautismo en el río Jordán. Pero Jesús es Dios, ¿por qué se hace bautizar? El bautismo de Juan consistía en un rito penitencial, era signo de la voluntad de convertirse, de ser mejores, pidiendo perdón por los propios pecados. Realmente Jesús no lo necesitaba. De hecho Juan Bautista trata de oponerse, pero Jesús insiste. ¿Por qué? Porque quiere estar con los pecadores: por eso se pone a la fila con ellos y cumple su mismo gesto. Lo hace con la actitud del pueblo, con su actitud [de la gente] que, como dice un himno litúrgico, se acercaba “desnuda el alma y desnudos los pies”. El alma desnuda, es decir, sin cubrir nada, así, pecador. Este es el gesto que hace Jesús, y baja al río para sumergirse en nuestra misma condición. Bautismo, de hecho, significa precisamente “inmersión”. En el primer día de su ministerio, Jesús nos ofrece así su “manifiesto programático”. Nos dice que Él no nos salva desde lo alto, con una decisión soberana o un acto de fuerza, un decreto, no: Él nos salva viniendo a nuestro encuentro y tomando consigo nuestros pecados. Es así como Dios vence el mal del mundo: bajando, haciéndose cargo. Es también la forma en la que nosotros podemos levantar a los otros: no juzgando, no insinuando qué hacer, sino haciéndonos cercanos, com-padeciendo, compartiendo el amor de Dios. La cercanía es el estilo de Dios con nosotros; Él mismo se lo dijo a Moisés: “Pensad: ¿qué pueblo tiene sus dioses tan cercanos como vosotros me tenéis a mí?”. La cercanía es el estilo de Dios con nosotros.

Después de este gesto de compasión de Jesús, sucede algo extraordinario, los cielos se abren y se desvela finalmente la Trinidad. El Espíritu Santo desciende en forma de paloma (cf. Mc 1,10) y el Padre dice a Jesús: «Tú eres mi Hijo muy querido» (v. 11). Dios se manifiesta cuando aparece la misericordia. No olvidar esto: Dios se manifiesta cuando aparece la misericordia, porque ese es su rostro. Jesús se hace siervo de los pecadores y es proclamado Hijo; baja sobre nosotros y el Espíritu desciende sobre Él. Amor llama amor. Vale también para nosotros: en cada gesto de servicio, en cada obra de misericordia que realizamos Dios se manifiesta, Dios pone su mirada en el mundo. Esto vale para nosotros.

Pero, antes de que hagamos cualquier cosa, nuestra vida está marcada por la misericordia que se ha fijado sobre nosotros. Hemos sido salvados gratuitamente. La salvación es gratis. Es el gesto gratuito de misericordia de Dios con nosotros. Sacramentalmente esto se hace el día de nuestro Bautismo; pero también aquellos que no están bautizados reciben la misericordia de Dios siempre, porque Dios está allí, espera, espera que se abran las puertas de los corazones. Se acerca, me permito decir, nos acaricia con su misericordia. (Ángelus, 10 de enero de 2021).

Preguntas para la reflexión

"Tú eres mi Hijo amado, en ti me complazco"

Vamos a dedicar un tiempo para interiorizar esta frase del Evangelio.

- ¿Qué me dice el Señor a mí en el texto?

- ¿Qué le respondo al Señor que me habla en el texto?

- ¿Cómo hago propio en mi vida las enseñanzas del texto?

-¿A qué me comprometo para demostrar el cambio?

GRACIAS POR MI BAUTISMO, SEÑOR

Recordando hoy el bautismo de Jesús, ponemos nuestra fe ante ti y ante todos los cristianos del mundo.
— Para que los bautizados seamos gente alegre, divertida, trabajadora, justa y, sobre todo, que ama mucho. Gracias por mi bautismo, Señor.
— Para que los que no sienten tu presencia en su interior, para los que no sienten tu dinamismo, hazte oír, Señor. Gracias por mi bautismo, Señor.
— Para que sepamos consolar, ayudar a tus hijos a ser expertos en el ser humano, para facilitar la vida alrededor. Gracias por mi bautismo, Señor.
— Para que todo el personal de tu Iglesia sea un canto al amor, a la sencillez, a la justicia y a la alegría, Gracias por mi bautismo, Señor.
— Con su bautismo, Jesús comenzó su vida pública. Que nosotros, al reflexionar sobre él, sintamos la fuerza del Señor para presentarlo a los demás. Gracias por mi bautismo, Señor.
— Por los alejados, los que te rechazan, los que hacen locuras en tu nombre; hoy te pedimos que te hagas presente en sus vidas. Gracias por mi bautismo, Señor.

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