Compartiendo el viaje.... con Mohamed

Cáritas Madrid 27 de Septiembre de 2019

Te contamos la historia de Mohamed, que con solo 17 años, cruzó la frontera de Marruecos a España. Tras cuatro meses de intentonas, consiguió llegar en los bajos de un camión. Hoy estudia Electricidad y vive con su amigo Oussama en un residencial de Cáritas Madrid.

Esta es la historia de Mohamed, que con solo 17 años, cruzó la frontera de Marruecos a España. Tras cuatro meses de intentonas, consiguió llegar en los bajos de un camión. Hoy estudia Electricidad y vive con su amigo Oussama en un residencial de Cáritas Madrid.


Cáritas Madrid. 27 de septiembre de 2019.- En sus DNI marroquís pone que tienen 18 años. Los acaban de cumplir con apenas unos días de diferencia. Pero ésta no es la única coincidencia entre Oussama y Mohamed. Comparten edad, trayectoria y ganas de un futuro diferente al que les esperaba en Marruecos. Hace unos seis meses se marcharon de sus casas. Se despidieron casi como cualquier otro día de sus madres y hermanos sin decirles que no iban a volver. ¿Qué hubiera hecho vuestra madre si le hubierais dicho que ibais a cruzar la frontera a España en una patera o escondidos en un camión? “No me hubiera dejado”, confiesan los dos con una media sonrisa. 


Engañaron a su familia, prepararon su fuga a España, “la puerta de Europa” y salieron a jugarse la vida para buscarse una mejor. Cada uno escogió una vía: Mohamed cruzó a Melilla, de allí a Málaga y luego Madrid. Es un trayecto que se escribe fácil, pero a él le costó cuatro meses de intentonas -“al menos una al día”- de colarse en los bajos de un camión, de cacheos policiales, dos fisuras en un brazo y una pierna, noches y noches durmiendo en la calle, sin saber dónde iba comer, en centros de acogida para inmigrantes, primero para mayores de edad, porque su barba y el análisis de huesos decían que era mayor de edad. Luego, cuando se hizo con el DNI marroquí y ya pudo demostrar que tenía 17, acabó en varios centros de menores primero en Melilla y luego en Madrid, hasta llegar al piso para MENAS (Menores No Acompañados) que Cáritas Diocesana de Madrid abrió en noviembre de 2018 para dar respuesta a la petición de la Comunidad de Madrid ante la avalancha de chicos solos llegados a nuestras fronteras. 

 

LA LLEGADA A LA PENÍNSULA
Sobre todo, explica Mohamed, fueron cuatro meses de miedo, que transcurrieron de junio a octubre, y que, pese a eso, asegura que han merecido la pena. El día que logró llegar a la Península, el 30 de octubre de 2018, bajó del camión en el que se había escondido con otros cuatro chavales, vio que estaba en Málaga y sólo pudo llorar de la emoción. Luego viajó a Madrid: de Méndez Álvaro al Centro de Menores de Primera Acogida de Hortaleza y de allí  pasó al piso para MENAS de Cáritas Diocesana de Madrid derivado desde la Administración. Ese día pudo descansar en una habitación solo para él, cenar tranquilo y llamar sin mentir a su madre. Fue entonces cuando le contó toda la verdad.  “Hasta ese día, el cielo era mi techo y el suelo mi colchón”, afirma. “No podía hablar con ella y contarle eso. Pero ahora lo hago todos los días”, dice.

 

EL PISO DE CÁRITAS MADRID
Si esto ha cambiado es porque Mohamed es uno de los 19 chicos que han pasado por el piso de Cáritas Madrid desde que se abrió, hace justo seis meses. Su caso es de los que hacen que la labor de los educadores y voluntarios que forman el equipo de Cáritas Madrid, creado casi de la noche a la mañana para este proyecto, brille y tenga sentido. El motivo: Mohamed, como su amigo Oussama, han aprovechado todas las oportunidades que se le han ofrecido. Empezando por aprender el idioma, requisito esencial para poder acceder a una educaicón, un trabajo o rellenar un formulario.


En el piso de Cáritas, Mohamed asegura que se ha sentido como en su casa: “Como en Marruecos. Sólo me ha faltado mi familia”, dice. Es aquí cuando interviene su compañero Oussama, al que Mohamed conoce desde que ambos coincidieran en el Centro de Menores de Hortaleza. “No tenemos a nuestras familias, pero Javier, el educador, nos ha tratado como él trata a sus hijas. Hemos sido para todos los educadores como sus hijos.”, afirma. “Han buscado lo mejor para nosotros”, añade.


Ahora son compañeros de piso en uno de los residenciales que Cáritas Diocesana de Madrid tiene para dar una solución habitacional a las personas que no pueden acceder al mercado de la vivienda. Su estancia en el piso tutelado acabó hace unas semanas, cuando ambos cumplieron 18 años. 


¿Quieres saber cómo continúa la historia de vida de Mohamed?

¿Y la de su amigo Oussama?

 PINCHA AQUÍ Y CONOCE MÁS DE SUS VIAJES

Volver