Cerecu, 30 años acompañando a los mayores

Cáritas Madrid 17 de Septiembre de 2019

El Centro Recreativo y Cultural (Cerecu) lleva tres décadas junto a los mayores de la Parroquia de Nuestra Señora de Moratalaz de Cáritas Vicaría III. Sus talleres artísticos, charlas y actividades culturales y de ocio animan a medio centenar de personas que acuden por las tardes animadas por los voluntarios de este proyecto que además es solidario con el Tercer Mundo.

El Centro Recreativo y Cultural (Cerecu) lleva tres décadas junto a los mayores de la Parroquia de Nuestra Señora de Moratalaz de Cáritas Vicaría III. Sus talleres artísticos, charlas y actividades culturales y de ocio animan a medio centenar de personas que acuden por las tardes animadas por los voluntarios de este proyecto que además es solidario con el Tercer Mundo.

 

Cáritas Madrid. 17 de septiembre de 2019.- El Centro Recreativo y Cultural (Cerecu), de la Parroquia de Nuestra Señora de Moratalaz de Cáritas Vicaría III, ha cumplido 30 años. Cerecu es un proyecto en el que se atiende a 50 personas las tardes de martes y miércoles, tardes en las que se desarrollan diversas actividades lúdicas, talleres de gimnasia, manualidades o grupos de discusión que animan a los mayores que acuden sin falta.

Además de crear un espacio de encuentro (de ámbito arciprestal) entre las personas mayores, se atienden sus necesidades recreativas y culturales, se cuidan los valores humanos y cristianos, y se fomenta la solidaridad con el Tercer Mundo, mediante rastrillos realizados con las manualidades, que se hacen en los talleres, y cuya recaudación se destina para este fin.

En el proyecto colaboran personas voluntarias de las parroquias de Nuestra Señora de Moratalaz, Natividad de Nuestra Señora y Nuestra Señora de Belén.

En el acto se contó un año más con la presencia de la rondalla Ecos Castellanos, que amenizó la tarde con pasodobles y sevillanas. Después se ofreció una merienda preparada por las voluntarias del proyecto y se realizó una rifa solidaria. El dinero que se recaudó se destinó a dos niños apadrinados en África.

 

 

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