1°de Mayo: "Salir de la crisis no puede ser volver a la normalidad excluyente, individualista y competitiva"

Cáritas Madrid 29 de Abril de 2020

Estamos ante un 1º de Mayo muy especial por el dolor que nos sobrecoge por las personas que han muerto víctimas de la pandemia, la reclusión y la admiración por el esfuerzo de tantas personas. Este es el mensaje del Secretariado de Pastoral del Trabajo: "Definitivamente nadie se salva solo".

Estamos ante un 1º de Mayo muy especial por el dolor que nos sobrecoge por las personas que han muerto víctimas de la pandemia, la reclusión y la admiración por el esfuerzo de tantas personas. Este es el mensaje del Secretariado de Pastoral del Trabajo: "Definitivamente nadie se salva solo".





Cáritas Madrid. 29 de abril de 2020.- El secretariado de Pastoral del Trabajo de la Archidiócesis de Madrid comparte estas reflexiones que este año tienen unas connotaciones muy especiales. Son el resultado de un fructuoso y estimulante dialogo con otras delegaciones, secretariados y comisiones de la Vicaría para el Desarrollo Humano Integral y la Innovación.

 

“Un gran dolor nos ha visitado”

Este año la festividad del 1º de Mayo está inevitablemente teñida de luto. Nos sobrecoge el dolor de las personas que han muerto víctimas de la pandemia y nos admira el esfuerzo de tantas personas en tantos frentes tratando de combatir esta terrible enfermedad y sus consecuencias. Nos ha visitado un gran dolor y nos ha dejado tocado el corazón con la ausencia precipitada de los que se fueron y ni siquiera pudimos despedir. Este virus no conoce clases sociales, ni razas, ni fronteras, pero, ciertamente, los más débiles lo pasan peor y pagan hasta con su vida.


“Juntos más fuertes en la adversidad”

Tras una primera reacción de miedo y acopio de supervivencia, la población asumió el confinamiento con responsabilidad y, en muchos casos, con enorme servicialidad. El sentimiento de humanidad es el que ha aflorado, aquello que nos vincula más que lo que nos distancia. Nunca, como estos días, hemos percibido el valor de la solidaridad y una idea muy básica, pero imprescindible: o nos salvamos juntos o perecemos divididos. Las iniciativas han sido numerosas: por parte del tejido social, de instancias de la Iglesia, de algunas empresas, incluso una nueva interacción con el ejército o la policía…


“Nos han sacado del atolladero aquellos a quienes no tratábamos demasiado bien”

Llama la atención la extremada juventud de buena parte del personal sanitario que, muchas veces sin el equipamiento necesario, arriesgaba su vida para salvar la ajena. Pero ocurre otro tanto con otros profesionales que han asumido riesgos importantes para asegurar nuestro bienestar: cajeros/as, reponedores de líneas, limpiadores, transportistas, repartidores de comida, trabajadoras domésticas, celadores… Muchas veces con contratos precarios y en condiciones laborales indignas. Frecuentemente ninguneados, tildados de ser “light”, de carecer de valores… Pero ahí han estado en primera línea y son los nuevos héroes. También los voluntarios: miles de estudiantes, desempleados y trabajadores ocupados en el bienestar de los demás. Algunas empresas y sus trabajadores se han reinventado para confeccionar mascarillas, donar alimentos, cocinar comida, etc.


“Tratemos con dignidad a quienes nos han sacado de ésta”

Salir de la crisis no puede ser “volver a la normalidad”. Sobre todo cuando la normalidad era excluyente, individualista y competitiva. Nos hemos obligado a pronunciar de continuo todos los verbos en primera persona de plural: “nosotros”. Nosotros nos tenemos que organizar para que a nadie le falte nada, para mantener la distancia de seguridad, para ayudar a los más vulnerables, para cumplir las normas, incluso para seguir nuevos ritos sociales… Y, entre todo, una llamada de reconocimiento y de respeto hacia lo que empieza a ser posible: renta vital, plena incorporación de derechos de migrantes y refugiados, atención más intensa a personas sin hogar… Además, un nuevo reconocimiento del valor del trabajo y de su dignidad… Los nuevos héroes llevan uniformes diferentes de los de antaño: ser sanitario, señora de la limpieza, transportista, basurero, reponedor, barrendero, agricultor o cuidadora son, entre otras muchas, las profesiones que hoy tienen todo nuestro reconocimiento.


“Un nuevo pacto social”

Necesitamos revincularnos, generar cohesión social, superar el individualismo y combatir la soledad con la preocupación por el otro y la solidaridad. No se trata solo de gestos, sino de articular respuestas en torno a un Estado, que sabiendo aunar esfuerzos con todos los agentes sociales, económicos y políticos, no puede abdicar de su papel protagonista en la emergencia sanitaria y social y en su salida, asumiendo su liderazgo, garantizando derechos universales, nivelado asimetrías y procurando la eficacia de unos servicios públicos potentes y con capacidad de respuesta. Un mercado en el que la iniciativa y el emprendimiento tienen su sitio siempre en el horizonte del bien común y la prolongación en forma de economías colaborativas, y sin olvidar el tercer sector: la realidad de los balcones, la realidad social que es de derechas y de izquierdas, pero que representa el tejido social, plural y multicolor, diverso y unido como nos han mostrado esos balcones.


“Con vocación universal”

La vocación de fraternidad universal no se puede colapsar. Es preciso ahondar en las dimensiones de la mundialización que habían quedado aparcadas. Esta crisis nos ha mostrado que es necesario jugar todos en primera división y que la ausencia de salud y calidad de vida de unos revierte en la de todos. Nunca como hasta ahora la humanidad ha caído en la cuenta de estar en el alero, de avanzar sobre la incertidumbre, descubriendo el valor central del trabajo humano, su genialidad creativa y su dimensión sanante. Por eso, el trabajo y sus condiciones tienen que ser contempladas en una ya no utópica perspectiva planetaria. Debemos vacunarnos todos si queremos salvarnos comunitariamente. Pero vacunarnos también frente a la evasión de capitales, el aprovechamiento desleal del trabajo, la sobre explotación de la tierra, etc.


“No podemos volver a lo de siempre”

Hemos aprendido grandes lecciones. La primera, que podemos vencer el miedo, que podemos vivir con cotas altas de incertidumbre ante amenazas difusas y que somos muy frágiles y vulnerables. La segunda, que todos somos capaces de ejercer una responsabilidad (con esfuerzo y sacrificio), que nos podemos cuidar y preocupar porque nos vincula lo humano (y otros pasaportes son accesorios). Que las nuevas tecnologías ofrecen nuevas oportunidades de humanización, sostenibilidad medio ambiental, conciliación de la vida familiar, etc. que habrá que explorar maduramente. Que se abren nuevos nichos de empleo en una sociedad que debe acentuar más los aspectos preventivos, de cuidados, asistenciales, espirituales, psicológicos y relacionales. La situación de las personas desempleadas o con trabajos precarios reclamará el concurso de la impotencia compartida que reparte ánimos y levanta el espíritu. El Evangelio del trabajo tiene una impresionante tarea por delante.


“Algunos pasos con creatividad y solidaridad”

  • Es imprescindible implantar una renta mínima vital que asegure a individuos y familias la dignidad, en la línea de lo afirmado por el Papa Francisco.
  • Tenemos que acabar con la cultura de la falta de transparencia fiscal, evitando el fraude en los impuestos y la fuga de capitales como graves pecados contra el bien común. Debemos denunciar lo inhumano de la precariedad, los sueldos basura y la siniestralidad laboral por falta de medidas preventivas.
  • Invitamos al Gobierno español a suscribir el Convenio 189 de la OIT en defensa de las empleadas de hogar y a procurar la efectiva equiparación de derechos y deberes entre trabajadores españoles y extranjeros.
  • Animamos a todas las personas que creen y defienden los valores del Evangelio a participar en los sindicatos y en la vida pública para regenerarla y revitalizarla desde dentro.
  • Confiamos en que seremos capaces de unirnos todas las personas e instituciones sociales y políticas para trabajar en un pacto por la reconstrucción desde nuevos valores.
  • Más que nunca en este tiempo, reivindicamos la fuerza moral de la Doctrina Social de la Iglesia para el mundo del trabajo y la vida política y económica, y su decidida apuesta por los más pobres, el bien común, la justicia social, la caridad política y la sostenibilidad medioambiental siempre en una perspectiva de derechos como forma de asegurar la sagrada dignidad de cada persona humana.

    “Definitivamente, nadie se salva solo”

Como en un barco, o nos salvamos todos o todos corremos el peligro de naufragar. Yo no me salvo si no incluyo a los demás en mi salvación. La unidad social, la búsqueda del bien común y la no indiferencia ante la suerte del prójimo resultan clave para resolver los problemas.

Siguiendo la convocatoria ilusionante del Papa Francisco para después del coronavirus, “Un plan para resucitar”, invitamos a las comunidades cristianas a hacer una lectura creyente desde la esperanza. Dios no ha abandonado a la humanidad ni deja al mundo obrero a su suerte: “No podemos permitirnos escribir la historia futura de espaldas al sufrimiento de tantos… No tengamos miedo a vivir la alternativa de la civilización del amor de la esperanza contra la angustia y el miedo, la tristeza y el desaliento, la pasividad y el cansancio”. Finalmente, queremos sumarnos al anhelo de todos los hombres y mujeres de buena voluntad, a los sindicatos y organizaciones sociales para soñar un futuro en paz, justicia y libertad, donde el trabajo decente sea una nota esencial de ese mañana que, con la ayuda del “Dios amigo de la vida”, hemos de construir juntos.



 

#LaCaridadNoCierra

#AplausoPorElTrabajoDecente


 

 

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