Cáritas Universitaria nace en la Nochebuena sirviendo y dando de cenar a los pobres que duermen en la calle

Cáritas Madrid 22 de Enero de 2016

100 voluntarios de Cáritas Universitaria reparten 250 cenas a las personas sin hogar donadas por un hostelero de Madrid.

 

Cáritas Madrid. 30 de diciembre de 2015.- «¿Lo has pensado? Luego puedes hacerlo. Y es que hacer feliz a alguien no necesita tanto dinero. Una sonrisa, un minuto… un momento de atención, son tres regalos simples que solo requieren de la intención», así comienza su testimonio uno de los 100 voluntarios que participaron en el proyecto “Nadie sin cenar”.

 

100 voluntarios de Cáritas Universitaria salieron por las calles de Madrid el jueves 24 de diciembre, día de Nochebuena, para repartir 250 cenas a las personas sin hogar que se encontraron.

 

“Nadie sin cenar” es una iniciativa de Jorge, un hostelero madrileño que por segundo año consecutivo cocina la cena de Nochebuena a todas las personas sin hogar, que reparte el proyecto del “bocadillo solidario” de Cáritas Universitaria.

 

El padre Jesús Zurita, capellán de la Pastoral Universitaria de Madrid fue la persona responsable de llevar a cabo está acción, que es complementaria a la que realizan todos los miércoles a través del proyecto “bocadillo solidario”, todo ello gracias al apoyo de los voluntarios universitarios.

 

«El corazón junto con los brazos se pusieron en marcha, nada más escuchar la propuesta que hizo Jorge, para después ver cómo organizar la acción» afirma el padre Jesús. «Lo primero era saber cuántas personas sin hogar iban a pasar la noche en la Plazas de España, Mayor, Jacinto Benavente,  Tirso de Molina y Ópera, y calles como Gran Vía, Montera, Preciados…, para que Jorge, junto con su familia y amigos, pudiera preparar las cenas» explica el Padre. «A las 17h del 24 de diciembre, los 100 voluntarios se reunieron para organizarse e identificarse con los petos de Cáritas y se adentraron en las calles de Madrid, donde les esperaban 3 furgonetas con las cenas colocadas en cajas. Cada una de ellas contaba con dos platos de comida, café, sopa, pan, agua y dos piezas de fruta. Esta acción se realiza en una hora, donde se comparte con las personas sin hogar no solo la caja, sino conversación y calor en esta noche tan especial, e incluso se reza con ellos a través de un rosario que también se les regala. Porque no solo de pan vive el hombre» nos explica el Padre.

 

Esta acción terminó a las 19:00 h todos juntos en la plaza Mayor, donde se hicieron una foto de grupo, siendo el resultado final del reparto, como nos relata el padre Jesús, fue el siguiente: «250 cenas, 150 rosarios entregados, 100 voluntarios universitarios contentos, emocionados…, 2 restaurantes por limpiar y un Niño Dios en el corazón de todos».

 

Algunos de los voluntarios que participaron de esta iniciativa nos cuentan su experiencia:

 

Jose Eugenio, profesor de la Escuela Técnica Superior de Ingenieros de Minas y Energía de Madrid (UPM)

Destacaría la alegría interior del hostelero que preparó la comida, de todos los voluntarios y de las personas al recibir la cena… ¡alguien se acordó de ellos en Nochebuena!

Muchas veces pasamos por la calle y no nos damos cuenta de las personas que no tienen nada. Vamos de un sitio a otro con un objetivo (o sin él) y no reparamos en nada más, pero cuando te acercas a ellas descubres a la persona que hay dentro.

 

María, estudiante de ingeniería del software

Siempre he admirado a la gente que invita a un pobre a cenar en Nochebuena a su casa o a los que pasan la Navidad de misiones, por lo que cuando la Pastoral Universitaria me presentó esta oportunidad de hacer algo por personas sin hogar me apeteció muchísimo así que decidí apuntarme y avisar a algunos amigos. ¡Sorprendentemente se apuntaron 15! Me gusta pensar, que eso es porque el corazón joven es generoso y tiene necesidad de amar. Es verdad que me dio pereza salir de mi casa donde estaba calentita y cómoda con mi familia pero en cuanto llegamos allí ni me acordé de lo que podía estar haciendo.

Se nos ambientó en que lo que íbamos a hacer no era para nosotros, ni para sentirnos bien, ni para acallar nuestra conciencia consumista, ni para quedar como buenas personas delante de los demás sino como Iglesia, como miembros de la Iglesia anónimos que salíamos a hacer por la calle una de las obras de misericordia más bonitas "dar de comer al hambriento" como el mismo Jesús lo haría, amando a todas esas personas que encontramos como lo hace él.

De todas las personas a las que ofrecimos las cenas que llevábamos me impresionó un chico rumano que tenía 18 años y que vimos que discutía con otros porque había invadido su zona, se fue llorando a otro sitio y allí le volvimos a encontrar. Nos contó entre lágrimas que su familia le había rechazado cuando llegó a España y que estaba solo, que nadie le quería. Entonces mi novio, que estaba en mi grupo, se acercó a él y le dio un abrazo. Fue un momento muy emotivo y el chico sonrió de corazón, los demás nos fuimos acercando también para abrazarle y darle ánimos. Me hizo reflexionar y la verdad es que dudo que haya un sentimiento más triste y hondo que la soledad y de esto va mucho la Navidad "Vino a los suyos y los suyos no le recibieron". "Y como no había sitio en la posada lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre".

 

Teresa, estudiante de fisioterapia

Como describir ese día…. Se me ocurren mogollón de palabras pero ninguna engloba del todo aquello que quiero expresar: generosidad, caos, necesidad, gratitud, espera, paz, llanto, alegría… Tanto vivido en tan solo una hora…

Al principio fue angustiosa la espera porque no sabía qué punto exacto era el de la recogida de la comida, pero una vez con las cajas misteriosas en brazos estaba ilusionada de saber a quién podría entregársela…


Fue la plaza de Ópera el lugar que me asignaron, curioso, porque si hubiera tenido que elegir algún punto, ese hubiera sido sin duda, ya que no solo me conocía la ruta al dedillo sino a las personas que había en ella, con sus historias, tristezas, alegrías, y poder compartir con ellas la alegría de un día tan especial, como era ese 24 de diciembre, no cabía en mi de gozo.


Al principio de la ruta y al primero que vimos era un indio que vendía cosas por la calle. Intentamos explicarle en inglés cual era nuestra obra y que era gratuita la caja que le ofrecíamos. Nos miro dudando, pero una vez rota la barrera de la desconfianza, ya nos dijo su nombre, cómo llegó a España, y nos comentó que iba a compartir esa comida con su hermana que vivía con él… Insistimos en darle otra para ella, pero no quiso diciendo que seguro que había quien también la necesitara, hecho que me impacto porque como luego explicaré suele pasar que aquel que menos  tiene es el que más comparte.


Después de esto nos encontramos con otro hombre que estaba pidiendo, pero nos dijo que por favor no le diéramos tampoco caja, ya que el celebraría la Nochebuena con los pocos de su familia que vivían con él.  Toda su familia se esforzaba en recaudar dinero para esa cena. Hecho que también me impacto, porque me demostró el valor que esa familia y ese hombre, en especial, le daban a esta fecha tan importante. No tienen nunca nada, y aun así hacen acopio de cada miguilla que consiguen de más, para poder reservarla para ese día tan grande… ellos son el verdadero ejemplo de sencillez.


Continuando con la ruta vimos a Dori ¿Quién no conoce a Dori? La mujer sencilla sentada a puerta de la parroquia de San Germán, creo que lleva más ahí de lo que puede recordar… ¿Y  porque me impacto ella, si siempre la veo y hablo con ella?… ¿Porque esta vez fue diferente? Os preguntaréis por qué. Muy simple, por el sencillo consejo que nos dijo: “¡cuidad la familia que eso es lo más importante!”. Que obvio que suena, pero que difícil es ponerlo en práctica. Nos contó como ella discutió bastante con su padre a lo largo de su vida y cuando se murió (hacía tan solo 1 mes) se dio cuenta de que el Amor era lo que realmente importaba, el AMOR de su padre hacia ella que le dio una casa, un techo, una educación y se desvivió por ella. Cuántas veces olvidamos el sacrificio de los demás sobre todo de nuestros padres que nos lo han dado todo y olvidamos algo tan sencillo como el agradecer. De DORI aprendí a saber dar gracias por todo lo que tenía, a poder quitarme esa venda de los ojos que tantas veces me hace andar ciega por la vida y sobre todo a poder reconciliarme con mis padres en ese día tan especial.


Ya acabando la ruta vimos a Aurora y Emilia que llevaban toda la tarde esperándonos. Como les dijimos, su cara reflejaba la ilusión que tenían los niños el día de Reyes. Para ellos era un regalo enorme esa caja de cartón, y ver como descubrían cada una de las cosas que en ella había, fue algo que no sé cómo poder describirlo, solo sé que mientras lo escribo no paran de salir lágrimas de mis ojos… supongo que la palabra correcta sería “dicha”.


Ya acabó la ruta y acabaron las cajas, pero no me sentía que me faltara nada, al contrario me sentía más cargada que antes con más peso, con el peso de la gente, de sus historias… Con la firme intención de rezar por ellos y con más aun con la intención clara de valorar mas todo aquello que me rodeaba.

 

Pablo, estudiante de ingeniería de Minas (Guinea Ecuatorial)

Felicidad en lo simple

«¿Lo has pensado? Luego puedes hacerlo. Y es que hacer feliz a alguien no necesita tanto dinero. Una sonrisa, un minuto… un momento de atención, son tres regalos simples que solo requieren de la intención.


Anuncios materiales que solo traen más estrés, y las compras, los adornos... no se llega a fin de mes, porque solo regalamos aquello que vende grandes almacenes.

Difícil situación mires donde mires, a cada paso hay alguien que vive de lo que tú tires. Tiempos modernos que aplauden lo material y se burlan de lo esencial nos inundan y nos quitan la caridad a cambio de una felicidad volátil.


Cuantos abrazos echas de menos, cuantos apretones de manos, cuánto silencio esconde tu carcajada y cuántas excusas en tu horario, a cuánto cotiza el minuto y a cuánto el kilo de sonrisa. Estos elementos esenciales a los que nadie da valor, son activos fundamentales con los que puedes dar calor. Está al alcance de tu mirada solo mira alrededor, personas que no tienen nada dispuestas a compartir vivencias y experiencias, personas que cuando sonríen dicen gracias. He sido testigo de esos milagros y vengo a dar testimonio, que aunque la crisis esté en tu bolsillo, la caridad está en tus manos; un acercamiento y un saludo encienden muchas sonrisas, y a veces un café caliente da más de lo que piensas, porque cuando ofreces tú recibes y el corazón lo agradece y crece con esos momentos cortos pero intensos escondidos detrás del tiempo "perdido", son regalos que se aprecian con el corazón. Y fue así como aprendí que tras cada fría mirada de un mendigo existe un corazón caliente, ilusiones y sentimientos; tras la rudeza de unas duras manos subyace una persona, una historia, una alegría y lágrimas por sus heridas.


¿Todavía piensas que eres demasiado pobre para hacer feliz otros? Pues conozco un par de gente que sin nada en los bolsillos han recorrido las calles llevando la Navidad a otros con sólo un villancico; he sido testigo de estos milagros y ese el testimonio.

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